sábado, 7 de marzo de 2009

Yo bloguero


En una página cubana recomendada por la laureada bloguera de ese país, Yoani Sánchez (Generación Y), llamada Penúltimos días (http://www.penultimosdias.com/) aparece un ensayo del no menos laureado pionero de la blogósfera, Andrew Sullivan, aparecido en el último número de The Atlantic con una traducción express de Juan Carlos Castillón, llamado “¿Por qué blogueo?”, una interesante reflexión para novatos y veteranos en esta lid de la blogueada.

Para Andrew Sullivan la acción de bloguear te somete a una expresión espontánea tanto de tu literatura como de ti mismo, pues lo que expresa uno aquí es pensamiento instantáneo, que excluye del acto de escritura cualquier revisión considerable o larga, lo que somete a los escritos a unos límites extremadamente porosos y a la expresión de verdades inherentemente transitorias. “La clave para comprender un blog es asumir que se trata de una emisión, no de una publicación. Si deja de moverse se muere. Si deja de remar, se hunde”, expresa Sullivan.

El contenido de los blog es más una conversación que una producción, donde no siempre es posible terminar de expresar las frases. Quiero decir que… bueno, no es que lo quiera, pero… “Su falta de conclusión es lo que los hace tan atractivos”, pues bloquear es, en consecuencia, dejar que tu escritura vague, tienes que expresarte ahora, mientras tu carácter explota, mientras tu humor dura, aún cuando, entre las palabras, vaguen también algunas estupideces e imprudencias “publicadas antes de que tenga el buen sentido de apretar Supr”. Y es que el bloguero puede revelar más de lo que quiere sobre sí mismo en alguna de sus frases impertinentes, y esa es una de las características que hacen del blogueo una forma propia: “es rica en personalidad”.

La gente tiene una voz para la radio y una cara para la televisión. Para bloguear tienen una sensibilidad. Cualquiera que sea la autoridad que el blogger tenga, no deriva de la institución para la que trabaja sino de la humanidad que conlleva. Se trata de escribir con emoción, no tan sólo bajo la superficie, sino sacándola siempre a través de ella.
“Si todo esto suena posmoderno –concluye Sullivan- es porque lo es. Y bloguear adolece de los mismos fallos que el posmodernismo; falla a la hora de dar una verdad estable o una perspectiva permanente”.

Yo no estoy muy seguro de llegar a cumplir algún día esas características del verdadero bloguero, por lo pronto ya he dicho algunas imprudencias y dos o tres estupideces, pero estoy aún lejos de la espontaneidad de la escritura automática, pues muchas de mis entregas para nada son espontáneas ni carecen de exhaustivas y antiguas revisiones. Sí, he insertado aquí algunos escritos de mi archivo que dormían el sueño de los justos, pero ante la imposibilidad de repetirlos pasados unos meses –como ocurría en el radio-, supongo que algún día, en un lejano futuro de ejercicio constante y consistente, pueda ser un bloguero de veras, de acuerdo a los cánones del maestro gabacho. ¡Pus qué gacho!

El ensayo completo de Sullivan lo puedes leer en:
http://www.penultimosdias.com/2008/10/21/¿por-que-blogueo-de-andrew-sullivan/


1 comentario:

  1. En el tercer párrafo de tu entrega hay una errata que indica la diferencia entre el propósito original de bloguear y el de emplear el blog como ámbito de una escritura reflexiva. Sustituyes "bloguear" por "bloquear". Cuando uno reelabora lo que escribe, bloquea esa suerte de escritura automática que es bloguear -un propósito distante de lo que los surrealistas entendían por dejar fluir la percepción inmediata, casi inconsciente, de las impresiones, pero más próxima a la exposición deliberada de una idea. La diferencia es generacional. Quienes, mayores de cuarenta años, creemos que escribir es razonar y crear, y comenzamos escribiendo en las viejas máquinas, somos muy diferentes de los espontáneos blogueros de Internet. Para bien y para mal, supongo.

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