A finales de los años sesenta la televisión se veía francamente mal en el pueblo. Mejoraba en las noches. Entre las primeras experiencias familiares en torno a este novedoso aparato se hallaba la serie Hawai Cinco 0, en la que un atractivo y arrugado detective, James McGarrett (James MacArthur) ponía en su lugar a los maleantes chinos (después comprendí que no eran chinos, sino hawaianos) y combatía la corrupción y el crimen de manera implacable. Fue mi primera experiencia con esa entidad llamada Hawai, que después volvería una y otra vez en forma de ola, de paraíso y de historia.
Hace unos meses nos quedamos sin televisión por cable. Una verdadera pena. En las noches, cuando ya el cuerpo pide un poco de relax, nos tumbamos en el sillón y vemos en televisión abierta la nueva versión de Hawai Cinco 0. La historia es la misma; la música es la misma, aparece el detective McGarrett (ahora Alex O'Loughlin), vapuleando hawaianos mafiosos y muchas otras entidades étnicas que han llegado de todo el mundo a estas islas del Pacífico Norte. El problema es que yo ya no soy el mismo, y las violentas batallas de McGarrett y su asociado, el detective Danny Williams (Scott Caan), perturban mi entendimiento ante todo porque son unas islas muy lejanas del resto del mundo que no tendrían por qué contar con los servicios de un detective de Chicago o Nueva York que se encargue de limpiar las cloacas locales. Aunque tiene dos subordinados “hawaianos” (Daniel Dae Kim y Grace Park, que a mí me suenan francamente coreanos), la historia renueva aquella vieja versión de que un pueblo sin estadounidenses no podría funcionar, por lo que es menester ir a gobernarlos. Y es lo que los Estados Unidos hicieron a finales del siglo XIX, antes de cualquier serie de televisión.
El 7 de julio de 1898, tras quedarse con Cuba y Puerto Rico, Estados Unidos pone su estrellada garra sobre estas ocho islas de Pacífico central, antiguamente conocidas como las Islas Sándwich, de acuerdo al nombre que les puso el primer explorador occidental, James Cook, en 1778, que los nativos se comieron unos meses después. Por esos mismos años se desata una guerra civil que termina en 1810 con el reinado de Kamehameha, iniciador de un linaje que gobernaría hasta 1891. A su muerte siguió el deterioro familiar, el malhadado gobierno de una pariente, golpes de Estado, gobiernos provisionales y la llegada de Estados Unidos e Inglaterra a poner orden en la escena.
Finalmente, este día de 1898 Estados Unidos lo “anexa” a su territorio y hasta 1959, seis décadas después, le otorga el estatus de Estado de la Unión. Es entonces cuando llega McGarrett y nosotros nos sentamos en aquella televisión que apenas se veía pero que mejoraba en las noches. Tata tata ta tataaan, ta ta ta ta taaann.
Hace unos meses nos quedamos sin televisión por cable. Una verdadera pena. En las noches, cuando ya el cuerpo pide un poco de relax, nos tumbamos en el sillón y vemos en televisión abierta la nueva versión de Hawai Cinco 0. La historia es la misma; la música es la misma, aparece el detective McGarrett (ahora Alex O'Loughlin), vapuleando hawaianos mafiosos y muchas otras entidades étnicas que han llegado de todo el mundo a estas islas del Pacífico Norte. El problema es que yo ya no soy el mismo, y las violentas batallas de McGarrett y su asociado, el detective Danny Williams (Scott Caan), perturban mi entendimiento ante todo porque son unas islas muy lejanas del resto del mundo que no tendrían por qué contar con los servicios de un detective de Chicago o Nueva York que se encargue de limpiar las cloacas locales. Aunque tiene dos subordinados “hawaianos” (Daniel Dae Kim y Grace Park, que a mí me suenan francamente coreanos), la historia renueva aquella vieja versión de que un pueblo sin estadounidenses no podría funcionar, por lo que es menester ir a gobernarlos. Y es lo que los Estados Unidos hicieron a finales del siglo XIX, antes de cualquier serie de televisión.
El 7 de julio de 1898, tras quedarse con Cuba y Puerto Rico, Estados Unidos pone su estrellada garra sobre estas ocho islas de Pacífico central, antiguamente conocidas como las Islas Sándwich, de acuerdo al nombre que les puso el primer explorador occidental, James Cook, en 1778, que los nativos se comieron unos meses después. Por esos mismos años se desata una guerra civil que termina en 1810 con el reinado de Kamehameha, iniciador de un linaje que gobernaría hasta 1891. A su muerte siguió el deterioro familiar, el malhadado gobierno de una pariente, golpes de Estado, gobiernos provisionales y la llegada de Estados Unidos e Inglaterra a poner orden en la escena.
Finalmente, este día de 1898 Estados Unidos lo “anexa” a su territorio y hasta 1959, seis décadas después, le otorga el estatus de Estado de la Unión. Es entonces cuando llega McGarrett y nosotros nos sentamos en aquella televisión que apenas se veía pero que mejoraba en las noches. Tata tata ta tataaan, ta ta ta ta taaann.
De todo lo que se han anexado los gringos, Hawaii se me hace de lo mejorcito (Arizona siendo la única competencia). Es una chulada.
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