martes, 10 de febrero de 2009

Colibrí


Aunque se supone que los colibríes viven en casi todo el mundo, no es frecuente tener relaciones personales con uno. En medio siglo de vida he visto una decena de colibríes, casi siempre de lejos y fugazmente, pues vuelan a una velocidad endemoniada. En el Internet he leído una cantidad de asombrosos números sobre los colibríes, que rompen todos los récord de casi cualquier habilidad: cientos de pulsaciones por segundo y cosas así. Pues bien, hace unas semanas, un colibrí comenzó a visitar nuestro patio casi todos los días; las ramas de los ficus de la banqueta han invadido el pequeño patio y Malú y yo vimos cómo aparecía todas las mañanas, como a las once, sobrevolando la zona. Tenemos unas cuantas florecitas marchitonas por ahí, pero están muy tristes por el invierno, de cualquier forma nos solazamos observando su vuelo y congratulándonos del placer de tener su visita. A los pocos días ¡zaz!, apareció un nidito justo afuera de nuestra ventana, como a dos metros con veinte centímetros de altura, más o menos del tamaño de un huevo de gallina. Ahora estamos muy emocionados ante la expectativa de observar todo el proceso de gestación. Estaremos pendientes.


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