domingo, 1 de marzo de 2009

199


El primero de marzo de 1810, con las revoluciones de independencia estallando en América y un Napoleón Bonaparte derrotado en Europa, nace en la indiferente Polonia Federico Chopin, niño genial desde muy pequeño que publica su primera polonesa a los ocho años de edad.
Chopin fue un hombre afortunado en su corta de vida, de tan sólo 39 años. Vivió la fama, la fortuna y el aprecio de la inteligencia europea de su época. Mundano, Chopin era seductor, buen bailarín, excelente mimo, snob y todo lo necesario para sobrevivir el jet set de la época. Sus lecciones se cotizaban a precio de oro. Viviendo en París, el respetado maestro Robert Schumann dijo en célebre artículo la siguiente frase: “Quitaos el sombrero, señores: un genio.” Chopin respondió que el artículo de Schumann era “completamente estúpido.”
Chopin fue un genio independiente y rebelde, que se mantuvo apartado de los movimientos contemporáneos. En lo esencial de su arte, afirma el crítico Roland de Candé, “Chopin no debe nada a nadie: él lo inventó todo, guardándose conscientemente de toda influencia. Su música es pura, como la de Mozart.”

Polonesa fue la primera noción que tuve de la música clásica, el nombrecito me sugería una propiedad parcial por parecerse a mi nombre. Pasaron muchos años para que pudiera comprender que eran piezas musicales de Federico Chopin, de que era una música hermosa y eterna. Hoy cumpliría Chopin 199 años y, como cuando niño, seguiría siendo insoportable.


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