miércoles, 6 de enero de 2010

Gaspar


Eres el único tío que tuve (porque Mario era más un primo que un tío), por lo que sobra decir que eras mi tío favorito. Representabas el ideal de los tíos para un sobrino que disfrutó mucho de tus historias y recuerdos. ¿Te acuerdas? Te rodeabas de una docena de sobrinos y nos contabas historias de la familia, de la ciencia, de la naturaleza, de tu trabajo de ingeniero metalúrgico en Monclova. Hacíamos torneos de atletismo e intercambiábamos algunos lances de box. Nos mostraste un mundo que aquellos niños pueblerinos de los años sesenta no imaginábamos que existía. Para tu sorpresa recuerdo muchas de aquellas historias (en realidad yo soy el sorprendido), tu rostro oriental detrás de una cortina de humo, tus brazos musculosos, tus famosos codos de chupón de color casi negro. Tus carcajadas y tus bromas. Eras el tío por antonomasia. El tío que uno quisiera haber sido cuando tuvo la oportunidad. Gracias, Gaspar, por haber sido aquel tío.



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