jueves, 28 de enero de 2010

Estadismo y estulticia


Anoche Barak Obama dio a los políticos del mundo occidental una lección de política y de estadismo, poniendo en claro la diferencia abismal que existe entre un presidente del montón y un estadista, es decir, en nuestro caso, entre Felipe Calderón y él. Mientras el de aquí anduvo presumiendo en diciembre que las reservas federales habían aumentado a 90 mil millones de dólares, cifra récord en la historia (pero no se le ocurre, no tiene la menor idea de qué hacer con ellos), Obama en media hora dispuso de muchos miles de millones de dólares para fortalecer el empleo, la pequeña empresa, la educación y su llevada y traída reforma de salud. Su discurso fue refrescante para las anquilosadas “democracias” que rebosan de burócratas y politicastros que sólo se mueven por el botín económico y político, incluidos los Estados Unidos, por supuesto, a cuyos políticos cuestionó su compromiso con la politiquería y no con el pueblo estadunidense. Y de paso ofreció las lecciones elementales a los países que, como el nuestro, no hallan qué hacer con su clase política enmarañada en un litigio de poder sin contemplación de ideologías, planes de gobierno, políticas de estado y, mucho menos, el bienestar de sus gobernados.

¿Cuándo será posible producir un estadista en México?, un gobernante que tome decisiones y sea capaz de reunir los intereses de las facciones en torno a una idea de progreso, o al menos, de mejoría nacional. Me acosté taciturno la noche de anoche. Inquieto. Soñé que Felipe Calderón era capaz de asistir al congreso y, tras una autocrítica a la inmovilidad de la clase gobernante, terminaba su discurso con estas palabras:

“Nos enfrentamos, pues, a retos grandes y difíciles. Y lo que esperan los mexicanos --lo que merecen-- es que todos nosotros, panistas, priístas y perredistas, resolvamos nuestras diferencias; que nos sobrepongamos al peso entorpecedor de nuestras disputas políticas. Porque, aunque quienes nos eligieron para nuestros puestos tienen distintos orígenes, distintas experiencias y distintas creencias, las angustias que sufren son las mismas. Las aspiraciones que tienen son comunes a todos. Un puesto de trabajo que permita pagar las facturas. Una oportunidad de progresar. Y, sobre todo, la capacidad de dar a nuestros hijos una vida mejor”.

En eso sonó el despertador. Estaba en Puebla. En México. Calderón había entablado una disputa legal para abolir la ley de matrimonios gay en la ciudad capital.

Por si fuera poco, y este es el rasgo ridículo de la presentación de anoche del presidente Obama, la sesión propició el descenso de por lo menos dos kilogramos de peso por legislador - al menos los demócratas-, pues en un grotesco ejercicio de calistenia se pararon y se sentaron ochenta veces para aplaudir al presidente, evidenciando que aquí y allá, la política y los políticos son igual de lisonjeros y patéticos. Pero esa es otra historia.



2 comentarios:

  1. Obama tiene un gran verbo, eso está demostradísimo, pero para llegar a estadista, hay que pasar leyes que tengan efectos, y eso todavía no se le ha dado... y los partidos alla también son ahorcables.

    Por otro lado, ¡felicidades!, vi que funcionó e truco.

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