miércoles, 21 de julio de 2010

Bagdad


En los años ochenta uno apenas podía imaginar los frecuentes bombardeos iraníes a Bagdad. Parecía un abuso de los ayatolas bombardear la capital de ese antiguo imperio heredero de Babilonia. Leíamos las noticias en La Jornada y uno infería antiguos castillos de las mil y una noches fragmentados por las bombas. No imaginaba que muy poco después iba a conocer tanto de esa antigua ciudad, de tenerla presente cotidianamente en las noticias, de saber sobre sus calles y mercados, de presenciar en vivo las imágenes televisivas del saqueo y la destrucción de su legado cultural atesorado en el Museo Nacional.

Pero el 21 de julio de 1988 nada de eso era visible… aún. Ese día finaliza esa guerra nunca declarada entre dos países vecinos con un enorme e histórico contacto entre sí. Durante diez años se mataron en ordenadas trincheras fronterizas y se probó toda clase de armamento ruso y estadounidense. Apenas dos años después entraron los gringos con el primer Bush y tuvimos otra percepción de esta interesante ciudad y su cultura en verdad antigua.

Hoy, Bagdad es otra cosa.



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