domingo, 18 de julio de 2010

Juárez y el viento


La mañana del 17 de julio de 1872 el presidente Benito Juárez, de 68 años, agoniza. A tempranas horas su médico fue llamado con urgencia a Palacio. Encontró al presidente Juárez en un ataque de angina péctoris. No era el primer ataque que sufría, y el presidente se negaba a aceptar que fuera el último.

A pesar de los sucesivos ataques con dolores muy violentos, Benito Juárez se negó a permanecer en la cama. En uno de sus regresos recibió al ministro de Relaciones, que insistió en verlo, y poco después a un general con el que discutió planes militares.

De pronto le vino un acceso fulminante que lo dejó inconsciente. El médico le aplicó un estimulante extremo: agua hirviente sobre el corazón, una práctica médica inusual que sin embargo se usaba en situaciones extremas, porque funcionaba.

Su cuerpo respondió con un espasmo involuntario, los ojos del presidente Juárez se abrieron y su voz se dejó oír. A los pocos minutos, con el pecho ampollado, el remedio heroico surtió efecto y una vez más pudo levantarse Juárez, obstinado en vivir.

Su última mejoría duró horas, y su semblante mejoró de tal forma que algunos de quienes le acompañaban se fueron a comer. Fue cuando el presidente aprovechó para interrogar a su médico sobre el verdadero estado de su salud.

- Doctor, ¿es alta mi enfermedad....? –Juárez hizo una pausa solemne. Lo miró con unos ojos ya idos- Es decir, ¿es este el momento de mi muerte?



Por respeto a su persona y a su investidura el médico no le pudo mentir. Al saber que así era, recibió la sentencia con la misma despreocupación con que hizo la pregunta. El moribundo presidente mostró los mismos atributos de extremo a extremo. Y en la madrugada del día 18 de julio de 1872, por fin, su corazón dejó de latir.




Imágenes: Fotograma de la telenovela El Vuelo del Águila, Ernesto Gómez Cruz.
Y mascarilla de su rostro.




2 comentarios:

  1. ¿Qué hay de cierto en el rumor que Juárez fue envenenado con ventiunilla? Se dice que ese brebaje provocaba diversos síntomas que ineludiblemente llevaban a la muerte.

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  2. Arteman, gracias por leer mi blog y por tu comentario. Desconozco lo del veneno, será cosa de investigarlo, aunque me parece improbable. Era un hombre de costumbres fijas, poco dado a la experimentación. Recomiendo el libro "Juárez, el hombre" de José Fuentes Mares para intentar desvelar esta incógnita; digo, a ver qué dice él.

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