sábado, 13 de junio de 2015

La Cultura popular y los pequeños gustos


Cualquier idea que se exprese en torno a la cultura popular resulta incompleta, pues los placeres y experiencias que implican la cultura popular; los recuerdos, las tradiciones, nunca obedecen a una sola razón, sino que la cultura popular, cuando se origina, ya está conectada a otros factores que también la constituyen. La cultura popular se realiza y evoluciona permanentemente. Si existe una guitarra, un horno de cerámica, una masa de pan, el actor de la cultura popular tiene abierto un camino que caminará con sus escasos o sobrados recursos. Está en permanente evolución, es lo que considera Canclini.

La visión de la cultura popular puede ser tan vasta como la vida misma, se nos presenta siempre incompleta y con muchos intereses paralelos. El estudio puede ser un gran estímulo, pero no es arte, no es cultura popular.  ¿Es el deporte cultura popular? Tal vez el deporte no lo sea, pero el juego sí, la invención de las reglas y los campeonatos. La cultura del deporte es necesariamente cultura popular. Y qué decir de la divulgación de la ciencia ¿es cultura popular? Seguramente en su aspecto lúdico lo es, pero las matemáticas son una ciencia. Stuart Hall dice que hay una cultura popular oficial y otra no oficial, que tiene como base a las experiencias, los placeres, los recuerdos y las tradiciones. ¿Cómo entendemos hoy a la cultura popular? Jesús Martín Barbero afirma que la cultura popular ya no designa los objetos culturales del pueblo, sino los que consume la masa. Su estudio como actividad no es artístico, sino programático, pues la cultura popular no se desenvuelve igual en todas sus facetas. Podría decirse,  por ejemplo, y es algo bastante defendible, que la comida es el objeto de cultura popular más avanzado y evolucionado de todos. La comida, como placer social, es el arte de vivir más refinado de todos cuantos conforman la cultura popular. Imagina todo lo que tenemos por observar ahí, por crear ahí, tan sólo en una ciudad como Puebla. Y de hecho, su faceta popular se realiza en festivales como el del mole, el nopal o los chiles en nogada, lo llevan a cabo restauranteros y asociaciones civiles y empresariales en barrios y pueblos.


La cultura popular se ocupa de aspectos tan característicos como los recuerdos; la cultura popular cultiva la memoria colectiva y la oralidad. Es, de hecho, su propio registro histórico-anecdótico.

Los artistas plásticos van por un camino individual, con búsquedas y encuentros propios; músicos, pintores, fotógrafos, bailarines, cocineros, cada quien con su propia búsqueda cultural, su placer y su deleite. La cultura popular expresada por las artes comunes –muchas espontáneas y perecederas- que se practican comúnmente en la sociedad, más allá de los gobiernos, intenta interceder. La señora que hace arreglos con migas de pan, Doña María con sus hermosos tocados para novia; los bailables, la comida, la bebida y todo aquello que nos produce placeres estéticos como sociedad; manifestaciones artísticas que a su vez son cívicas, ciudadanas o religiosas.

La cultura popular está contenida en esos pequeños gustos que nos damos diariamente. Una buena plática, una buena comida. No es sofisticada porque está hecha para ser popular, de amplio consumo, que se dispara y se vulgariza cuando es tomada por la televisión, pero ¿es la televisión cultura popular? Quisiera pensar que la televisión sólo impone patrones de conducta que devienen cultura popular. Cómo, si no, explicarse los treinta millones de mexicanos que son fanáticos de la música grupera. A mí me parece que en su mayoría son el resultado de una acción mediática, mercadotécnica. Barbero dice que la cultura popular ya no designa los objetos culturales del pueblo, sino los que consume la masa. Tal vez sea correcto. En una mesa redonda publicada en internet los principales estudiosos de la cultura popular estadounidense (Todd Hitlin, de la Universidad de California en Berkeley, Reinhold Wagnleitner, de la Universidad de Salzburgo; Pico Iyer, columnista de la revista Time, y Everett Carll ladd, del Centro Roper de Investigación de la Opinión Pública), discutieron seriamente si la cultura popular mundial era en realidad la estadounidense. Y a pesar de que podría ser correcto afirmar a Michael Jackson es expresión de cultura popular mundial, pues en efecto lo consume una masa ingente de todos los continentes, no puede pretenderse que la cultura popular en el mundo se explique o se sintetice con esos productos culturales de gran perfil comercial. La cultura popular propia no desparece ante la llegada aplastante de las modas externas. Muchas son las páginas que Canclini ha dedicado a esa metamorfosis, que él explica como hibridación, en el sentido biológico de las plantas, para explicar dónde se produce algo por la unión de dos especies diferentes, que es un producto cultural de elementos de distinta naturaleza. Es decir, no se amenace tan fácilmente a la cultura popular local, pues si caminas por la ciudad es posible respirarla sin necesidad de convocarla o de buscarla.


¿Qué pueden hacer los distintos niveles de gobierno en la cultura popular? Bonfil no se equivocó cuando creó el Pacmyc como estrategia de ayuda al arte indígena de México, pero el Pacmyc ha sido insuficiente. En el caso de Puebla sólo llega a una tercera parte de los municipios cada año. Y su asignación es un gran alivio para quienes lo ganan, pero en muy pocos casos su trascendencia produce impactos en la cultura popular local. El año 2006, cuando pertenecí al consejo regulador de estos estímulos en el estado, se entregaron 4,526 becas del Pacmyc en el territorio nacional, lo que si consideramos por municipio podríamos llegar casi a dos becas por municipio mexicano, que son 2,445. Pero no ocurre así, en Puebla se entregaron ese año 47 financiamientos del Pacmyc. Suponiendo que fueran a 47 municipios diferentes –y no es así, cuando las ciudades se llevan dos o tres proyectos cada una-, aún así quedan 170 municipios sin recibir estímulo. Y muchos nunca lo han recibido. 



No hay una ciencia que determine algo fijo para explicar la cultura popular, sólo opiniones de especialistas que hace décadas estudian este fenómeno desde el análisis académico. Un asunto de varias dimensiones donde el gobierno de un estado, de una ciudad,  pueden tener una participación importante en los procesos de ese ámbito de placer social que se reconoce en la cultura popular, pero es, ante todo, un asunto de la sociedad, de los individuos frente a sus motivaciones estéticas y su búsqueda de placer. Por eso digo que es cachonda. O algo así.