“Los recuerdos cambian cada vez que los traemos a la mente”, escribió Sarah Romero en Muy Interesante España*, nuestro cerebro solo conserva lo esencial de cada recuerdo, el contenido de esos recuerdos va cambiando con el tiempo. “Más aun -reflexiona-, ¡cuanto más traemos un recuerdo a la mente, más cambia!”. Sinceramente no recuerdo que mis recuerdos cambien en los momentos en que son recordados, una y otra vez; hay recuerdos que recuerdo más, que recuerdo mucho. Otros –que había olvidado**– me asaltan repentinamente. Aunque desde luego los recuerdos son ejemplos de reelaboración, de enriquecimiento de los recuerdos, sobre todo si los escribes. Cuando los escribes con las obvias necesidades del abecedario, la necesidad de palabras te obliga a discernir tu modesto vocabulario y poner tus recuerdos en descripciones no necesariamente verídicas, con el punto y la coma como personajes de la trama. En el acto de recordar es posible reconocer nuestra honestidad intelectual, si nos m...