Faltan unas horas para que termine este año y no recuerdo algún momento de mi vida que se equipare de estar tan contento por el final de algo. ¡Que año tan malo nos tocó vivir! Tanto, que cualquier cosa que ocurra en el 2011 no podrá ser tan malo como lo que ocurrió en este año que termina. Espero no exagerar (toco madera). El mundo, el país, la ciudad, la familia, todo el conjunto tuvo en su haber lamentables saldos. La crisis económica envolvió cada uno de esos universos y nos lo hizo saber con toda clase de carencias, de insatisfacciones, de zozobras. Como nunca en mi vida tuve miedo a la inseguridad familiar, ambiental, económica. Nunca me había sentido tan desprotegido en cada renglón de nuestras sencillas existencias, inerme ante los embates de un sistema político voraz y egoísta, impotente ante enfermedades que desconocía, que despreciaba con olímpica ignorancia. Y ante ella ¡qué decir de nuestro sistema de salud social! Por más que lo busqué nunca pude encontrarlo. Si lo ves, p...