Es en 1911 cuando la Red Federal sufre mayores deterioros a causa de manos enemigas. Dadas las características del poste telegráfico, fue además un excelente soporte para colgar a centenares de prisioneros de todos los bandos. Y el cable, claro, usando como soga.
Los periódicos de estas fechas no cesan de informar destrozos. El 13 de febrero los rebeldes enrolaron el alambre a la locomotora del ferrocarril, en Villa Ahumada, Chihuahua, y tumbaron varios kilómetros de línea. El 10 de marzo los rebeldes cortaron las vías telegráficas y telefónicas del crucero de Lucas Martín en una distancia de un kilómetro, colocando los alambres del telégrafo sobre la vía del Ferrocarril Interoceánico. El 16 de mayo se informa que se encuentra interrumpida la comunicación telegráfica con Tuxtepec: "parece que los rebeldes han cortado la línea en varios puntos", informa El Imparcial.
Preocupado el gobierno maderista por los continuos destrozos de la línea telegráfica, se le ocurrió una ingeniosa idea: conscientes de que la ignorancia de las modernas técnicas de la comunicación eléctrica imperaba tanto en civiles como en militares de todo el país, lanzó un garlito que curiosamente obtuvo éxito: hacer creer que se usaría intensivamente la radiotelegrafía, por lo cual al gobierno le daba lo mismo si se destruían los postes o no, pues ya no los necesitaba. Usó los servicios del periódico El Imparcial para el engaño en su edición del 16 de mayo de 1912.
"La Secretaría de Guerra por la frecuencia con que las comunicaciones telegráficas terrestres son cortadas por las fuerzas rebeldes, causando trastornos de consideración, inició el establecimiento de la telegrafía sin alambres para el servicio de la campaña. Actualmente existen como diez estaciones inalámbricas establecidas en el país, en Santa Rosalía, en Isla del Carmen, en Veracruz, en Cayo Hueso y otros lugares" donde la presencia de agua hace necesarios su uso. Y agrega: "pero poco han podido utilizarse para el servicio de campaña porque no cubren la extensión de la República."
En la misma nota, el secretario de Guerra afirmó que había un plan constituido para que los militares "cubrieran el servicio, con el objeto de que éste sea principalmente utilizado para las operaciones de la campaña, sin temer ya las interrupciones frecuentes, que dejan sin comunicación a las columnas que operan contra los rebeldes, ya por accidentes de la guerra, ya por causas meteorológicas, como hace pocos días aconteció en el norte."
La noticia, bien leída, informa la existencia de estaciones inalámbricas que ya funcionaban en 1904, pero leída al calor de la batalla, en medio de los riesgos que implicaba la destrucción de una línea telegráfica cada vez más fuertemente protegida, con amenazas de fusilamiento inmediato a quienes las dañara, los "rebeldes" decidieron que lo más práctico era creerle al general. Las destrucciones cesaron casi completamente.
Los periódicos de estas fechas no cesan de informar destrozos. El 13 de febrero los rebeldes enrolaron el alambre a la locomotora del ferrocarril, en Villa Ahumada, Chihuahua, y tumbaron varios kilómetros de línea. El 10 de marzo los rebeldes cortaron las vías telegráficas y telefónicas del crucero de Lucas Martín en una distancia de un kilómetro, colocando los alambres del telégrafo sobre la vía del Ferrocarril Interoceánico. El 16 de mayo se informa que se encuentra interrumpida la comunicación telegráfica con Tuxtepec: "parece que los rebeldes han cortado la línea en varios puntos", informa El Imparcial.
Preocupado el gobierno maderista por los continuos destrozos de la línea telegráfica, se le ocurrió una ingeniosa idea: conscientes de que la ignorancia de las modernas técnicas de la comunicación eléctrica imperaba tanto en civiles como en militares de todo el país, lanzó un garlito que curiosamente obtuvo éxito: hacer creer que se usaría intensivamente la radiotelegrafía, por lo cual al gobierno le daba lo mismo si se destruían los postes o no, pues ya no los necesitaba. Usó los servicios del periódico El Imparcial para el engaño en su edición del 16 de mayo de 1912.
"La Secretaría de Guerra por la frecuencia con que las comunicaciones telegráficas terrestres son cortadas por las fuerzas rebeldes, causando trastornos de consideración, inició el establecimiento de la telegrafía sin alambres para el servicio de la campaña. Actualmente existen como diez estaciones inalámbricas establecidas en el país, en Santa Rosalía, en Isla del Carmen, en Veracruz, en Cayo Hueso y otros lugares" donde la presencia de agua hace necesarios su uso. Y agrega: "pero poco han podido utilizarse para el servicio de campaña porque no cubren la extensión de la República."
En la misma nota, el secretario de Guerra afirmó que había un plan constituido para que los militares "cubrieran el servicio, con el objeto de que éste sea principalmente utilizado para las operaciones de la campaña, sin temer ya las interrupciones frecuentes, que dejan sin comunicación a las columnas que operan contra los rebeldes, ya por accidentes de la guerra, ya por causas meteorológicas, como hace pocos días aconteció en el norte."
La noticia, bien leída, informa la existencia de estaciones inalámbricas que ya funcionaban en 1904, pero leída al calor de la batalla, en medio de los riesgos que implicaba la destrucción de una línea telegráfica cada vez más fuertemente protegida, con amenazas de fusilamiento inmediato a quienes las dañara, los "rebeldes" decidieron que lo más práctico era creerle al general. Las destrucciones cesaron casi completamente.