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El cassette


A principios de los años setenta llegaron a mi pueblo los primeros cassettes. Toda una revolución. Hasta entonces, las únicas grabaciones disponibles eran unos “cartuchos” de 8 track que mi papá mandaba grabar al Paso, Texas, para escuchar su música de boleros.

Desde entonces y por los siguientes treinta años me serví alegremente del cassette, una tecnología ahora rudimentaria que me resolvió la vida en muchos sentidos. Por primera vez tuve mi propia música y, con el tiempo, hice mi primera colección de voces y sonidos en ordenados cassettes. Tal vez no fui un usuario común y corriente, es cierto, pues la última vez que contabilicé mis cassettes tenía más de seiscientos.

El primero de mayo de 1966 los franceses dan a conocer un invento que revoluciona la cultura de las grabaciones. A partir de entonces, cada quien podría grabar de manera eficaz, sencilla y económica. El cassette llegó y sorprendió a una rudimentaria industria discográfica.

Hoy, ya no uso cassettes, grabo mis cosas en formato digital, pero no quita que esté muy agradecido con este noble instrumento.



Comentarios

  1. ¡Seiscientos!, ¿dónde los tenías?, no me acuerdo de haber visto semejante colección... y sí concuerdo contigo en que hay que agredecer la existencia de este ahora vetusto formato. Mi educación musical no hubiera sido la misma sin ellos.

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  2. Mira, dije seiscientos porque dos mil me pareció como exagerado, pero la cifra de dos mil es más exacta que la primera. No los viste porque estaban en mi oficina, grabé doce años de entrevistas y programas especiales, más o menos diarios. La colección existe, es parte de un olvidado stock embodegado que dormirá el sueño de los justos hasta que algún historiador acucioso y paciente se ponga a revisar esa década final del milenio en la versión de un programa de noticias.
    Gracias.

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