Dentro
de la capilla del Rosario del templo de San José, en el centro de la ciudad de
Puebla, los ángeles tronos en la cúpula que corona a la virgen aparecen en
todas las culturas del mundo. Mahoma habló con un ángel y Confusio los
menciona; los ángeles en el judaísmo son comunes, mientras que los calvinistas
crearon fantasías sublimes como el cielo de Swedenborg, poblados por ángeles
conversadores. Para no hablar del festivo catolicismo que, en ciudades tan
antiguas como Puebla, donde verdaderas colonias de ángeles invaden sus múltiples
espacios religiosos, y aún civiles, con casi cinco siglos de antigüedad.
Para
quienes no somos especialistas, los ángeles vienen siendo estos personajes
alados que adornan, en los más diversos materiales, las iglesias de ciudades
como esta, denominada además ciudad de los ángeles. Vemos ángeles, pero se nos
escapan los detalles que distinguen a los ángeles y su enorme jerarquía: si
tiene cuerpo, si tienen tronos, cetros, escudos, alas oceladas pertenecen a
cierta clase de angelicalidad. Los detalles son signos distintivos de las
épocas en que fueron imaginados, y Puebla un lugar privilegiado para
interesarse en los pormenores de la significación de los ángeles, la
angelología.
Una angelita común
¿Son
los ángeles solo intermediarios entre Dios y los hombres? No podemos estar
seguros en dónde se originó la identidad angelina, parece probable que
evolucionaron de las deidades aladas de las creencias sumerias, egipcias,
semitas y mesoamericanas. El primer ángel registrado por la Angelología es un ser
descubierto en una estela sumeria; una columna de piedra decorada con figuras e
inscripciones de 6,000 años de antigüedad.
Al
parecer, los ángeles tienen un papel que los limita a comunicar mensajes entre
nosotros y algo superior. Se les describe como si tuvieran poco conocimiento
del funcionamiento del universo (Mateo, 24:36, Pedro, 1-12), concretándose a
comunicarnos un mensaje o, incluso, un dato. Es cierto, no cualquier dato. O
sea, que no cualquier persona tiene el don para percibir a los ángeles, que se
aparecen a muy pocos y en épocas bastante lejanas entre sí. El que ve ángeles
tiene que ser un iluminado o un demente. Por eso los profetas vieron ángeles y
los piadosos sacerdotes aztecas hablaban con Quetzalcóatl. Los sabios filósofos
chinos creyeron en las quimeras e interpretaron sus mensajes. El profeta persa
Zoroastro (1400 a.c.),
fundador del monoteísmo, fue el primero en hablar de ángeles antropomórficos,
de rasgos humanos. La idea de ángeles y demonios se convirtió en una parte del
folclor y de las creencias religiosas de la antigua Palestina. Los ángeles
aparecen en el Nuevo Testamento, donde Mateo y Pedro les asignan la tarea de mensajeros.
¿Eran
humanos? En el Génesis (18:1) tres ángeles se presentaron ante Abraham y
comieron con él en su tienda de Mambré. El ángel le avisa que Sara, su esposa
de noventa años, le daría un hijo que sería el padre de una gran nación. El
ángel no dice nada más y se va. Abraham intenta ir a Dios en persona para abogar
por el perdón de las ciudades Sodoma y Gomorra, que estaban condenadas a la
destrucción. Dios es inflexible, la maldad debía ser castigada. Mandó a dos
ángeles maléficos para asesinar a todos sus habitantes. (Génesis 18:2) Bajaron
los ángeles con la espada desenvainada con las que destruyeron las dos ciudades
ganadas por el pecado. Y quienes vieron la irracional destrucción, quedaron
convertidos en estatuas de sal. Podemos imaginar el musculoso brazo masculino de
Gabriel lanzando fuego con su espada brillante sobre hombres y mujeres
indefensos que poblaban las andrajosas calles de Sodoma; mujeres y niños que
corrieron por última vez de Gomorra, y en un instante desaparecieron abrazados
por el caos de la barbarie divina, como víctimas colaterales, tras la acción
del ángel destructor.
Tras
ver aquel horror la piel de esos testigos iluminados comenzó a desecarse y, en
instante, de los pies a la cabeza, el mensaje de Dios se extinguió desde los
pies y dejaron la imagen de los ángeles destructores en una amarga inmovilidad
de sal. Tales son las dificultades que enfrentan quienes tienen el extraño
privilegio de ver a los ángeles.
Desde
el primer siglo de nuestra Era la naturaleza y apariencia física de los ángeles
fue tema de grandes alegatos y disquisiciones. En el año 325 el Primer Concilio
Ecuménico consintió oficialmente la existencia de ángeles, la discusión
entonces se centraba en cómo eran. ¿Cabrían mil ángeles en una cuchara? ¿Son
hombres o son mujeres? En el Segundo Concilio, apenas veinte años después, se
condena la adoración de los ángeles. No eran seres divinos sino enviados
inferiores que no había que adorar; las apariciones cobraron súbitamente el
riesgo de ser confundidas con seres demoníacas y terminaran descuartizadas en
las afueras de la catedral de Ámsterdam.
Los
ángeles estaban en todos lados, todas las religiones tenían ángeles, eran
mensajeros que debían ser escuchados por los hombres piadosos. O elegidos. En
el Séptimo Sínodo Ecuménico, en el año 787, la iglesia tomó la responsabilidad
sobre la definición del papel de los ángeles: interceder entre el hombre y
Dios. No se aparecían a cualquier ser carnal, los iluminados tenían que pasar
el visto bueno de la poderosa iglesia.
Durante
la Edad Media John Duns Scotus creía que los ángeles eran individuos
racionales, hechos de una materia más fina que los seres humanos; es la razón
por la que permanecen invisibles, aunque se materializan en cualquier instante
para aquellos a quienes deban transmitir su mensaje.
Contemporáneo
de Scotus, Tomás de Aquino pensaba que los ángeles eran solo intelecto, pero
que podían asumir una forma física si lo deseaban, utilizando su energía
mental.
El
puritanismo protestante en Europa inhibe sensiblemente el interés por los
ángeles. Es entonces cuando los ángeles viajan a América para fundirse con
coloridas religiones y para reproducirse por millares. Tonantzintla contiene
metafóricamente miles de ángeles. El astrólogo de la Reina María y de la Reina Isabel I, John
Dee, convenció a los expertos sobre una supuesta lengua angelical que era
posible conocer a través de un médium; resultó ser un idioma con una gramática
y sintaxis propias, llamada Enochiana. La lengua Enochiana (que partía del
profeta bíblico Enoch) puede apreciarse en este típico extracto:
"Micma
Goho Mad Zir Comselha Zieb Biah Os Londoh Norz Chis Othil Gigipah Vnd-L Chis ta
Pu-Im Q Mespleh Teloch..."
Traducido,
el mensaje dice:
"He
aquí, dice su Dios, yo soy el círculo en cuyas manos se erigen doce reinos.
Seis son los asientos del aliento viviente, el resto son las hoces filosas de los
cuernos de la muerte”.
Después
de la muerte del doctor Dee, sus diarios son descubiertos y transcritos por
McGregor Mathers, un miembro fundador de la sociedad ocultista conocida como
The Hermetic Order of the Golden Dawn, "la orden hermética del amanecer
dorado". Desde entonces existen individuos que dicen comunicarse con
ángeles, y aun cuando los reclamos sean enteramente falsos, pasa a ser un
episodio único en la historia de la angelología. Y así se ha poblado de
leyendas de ángeles, como el sueño del fraile sobre los ángeles que
construyeron Puebla en una noche, entre las más antiguas y elaboradas leyendas
con ángeles.
Hoy,
la nueva jerarquía de ángeles sobrevive en las creencias de la gente, aquí se describen
nueve órdenes de seres angélicos con costumbres, cualidades y poderes
contradictorios.
Tan
solo en la catedral metropolitana de la ciudad de Puebla encuentro decenas de
ángeles. Los hay en terracota, yeso, latón, hierro, maderas de diferentes
tipos, al óleo, repujados, de cristal que adornan los diversos elementos
litúrgicos de la iglesia: frontispicios, cúpulas, confesionarios, púlpito,
órgano y altares, y al menos en esta ciudad, su santidad no está en tela de
juicio. San Miguel arcángel es el patrono de la ciudad, que también ampara pueblos
como San Miguel Xoxtla o San Miguel del Milagro entre decenas de otros, que lo tienen
como santo patrón; Miguel arcángel, autoridad única de sus destinos, que junto
con Gabriel y Rafael, forman el trío de
arcángeles “locales”, entre los siete arcángeles reconocidos por el
cristianismo, a saber, completarían Uriel, Raguel, Sariel y Remiel.
Cada
uno tiene una especialidad específica, incluso ahí hay niveles; el arcángel
consentido sin duda es Miguel, el jefe del ejército celestial, le siguen Gabriel,
el mensajero celestial y Rafael, protector de los viajeros, de la salud y del
noviazgo;
Uriel
es el encargado de las tierras y de los templos de Dios; Raguel, el encargado
de la justicia, de la imparcialidad, de la armonía; Sariel se encarga de los
espíritus de los hombres y las mujeres que pecan y finalmente Remiel, el
encargado de los resucitados. O sea que si te mueres no contactes a Miguel
porque no es su business, sino a Remiel.
Como
puede verse, ahora cada arcángel es deje de algún departamento como si Imagino
el cielo como un enorme supermercado. ”Protector de noviazgo, favor de
comunicarse con la dirección”. Si resultaron con comisiones tan especializadas
como la guerra, la ley y la inmortalidad, los arcángeles son seres capaces de
encabezar comisiones de gran responsabilidad.
Si
a ti te interesan los ángeles la ciudad de Puebla es el umbral adecuado para su
exploración.
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