Me siento francamente emocionado del privilegio de que una colibrí haya venido a poner su nido en nuestra rama, frente a nuestra ventana. Tal vez es muy idiota mi alegría, o muy cursi, pero siendo este un animalito tan esquivo y esporádico, es un honor tenerlo tan cerca. No soy novato en estas lides, pues recogí dos periquitos huérfanos que andaban mendigando atención con todo y jaula, con los que he aprendido que son animales –las avecillas- muy desconfiadas y que su principal deseo es tener el menor trato posible con los apestosos humanos, por lo que he mantenido una buena relación con esta pajarita, cuyo huevito sólo subí a ver una sola vez. Por esa razón no pude hacer las cuentas correctamente, no sé si fueron 17 días o menos, o tal vez el frío que hizo la semana pasada precipitó las cosas, o ve tú a saber qué.
Uno de estos días una pequeña cigüeña de colibrí visitó nuestra casa. La mamá colibrí apenas se ha separado de su nido, así que tuvimos que ser un poco impertinentes. Con ayuda de la escalera hemos subido toda la familia a tratar de observar al recién nacido, pero ¡oh, sorpresa! Se trata de dos pollitos diminutos de los que apenas se pueden percibir sus piquitos. Son como ratoncitos oscuros en el fondo del nidito, que no muestran claramente su forma. Nos bajamos rápido porque la pajarita estaba a punto del infarto. Lo increíble es que sólo había un huevito y era del tamaño de una moneda de diez centavos ¿cómo pudieron nacer dos pollitos en ese pequeñísimo espacio? Claro, tal vez había un huevito encima del otro, pero si observas la fotografía publicada en anterior entrega, sólo hay uno. En fin, la cosa es que son dos pollitos. Esperaremos a que crezcan un poco para verlos mejor.
Tomé nota de tu observación y revisé la resistencia de la ramita. Es una obra de ingeniería muy interesante y sofisticada, pues, por ejemplo, si un pájaro común intentara posarse en el nido, la rama, que es tan delgada, no podría sostenerlo. Se ladearía tanto que terminaría golpeando la pared. Pero bueno, ningún pájaro común será tan tonto de posarse en una rama que sabe que no lo sostendrá. Eso espero, al menos.
Uno de estos días una pequeña cigüeña de colibrí visitó nuestra casa. La mamá colibrí apenas se ha separado de su nido, así que tuvimos que ser un poco impertinentes. Con ayuda de la escalera hemos subido toda la familia a tratar de observar al recién nacido, pero ¡oh, sorpresa! Se trata de dos pollitos diminutos de los que apenas se pueden percibir sus piquitos. Son como ratoncitos oscuros en el fondo del nidito, que no muestran claramente su forma. Nos bajamos rápido porque la pajarita estaba a punto del infarto. Lo increíble es que sólo había un huevito y era del tamaño de una moneda de diez centavos ¿cómo pudieron nacer dos pollitos en ese pequeñísimo espacio? Claro, tal vez había un huevito encima del otro, pero si observas la fotografía publicada en anterior entrega, sólo hay uno. En fin, la cosa es que son dos pollitos. Esperaremos a que crezcan un poco para verlos mejor.
Tomé nota de tu observación y revisé la resistencia de la ramita. Es una obra de ingeniería muy interesante y sofisticada, pues, por ejemplo, si un pájaro común intentara posarse en el nido, la rama, que es tan delgada, no podría sostenerlo. Se ladearía tanto que terminaría golpeando la pared. Pero bueno, ningún pájaro común será tan tonto de posarse en una rama que sabe que no lo sostendrá. Eso espero, al menos.
¡Felicidades!... dado que la mamá colibrí no sabe leer, los felicito a ustedes. Ahora me pregunto si los dos colibricitos seran gemelos. Yo he llegado a ver huevos con dos yemas, asi que me imagino que sí es posible.
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