OPERADOR:
OLAS MARINAS ROMPIENDO EN LA PLAYA. UNOS PELÍCANOS Y
OTRAS AVES DEL MAR VUELAN COMPETITIVAS. UNA PAUSA DE SILENCIO CHAPALEANTE, DE
TENSIÓN PREMONITORIA; UN LEJANO Y PODEROSO
RUIDO: SON OLAS ROMPIENDO EN UNA PLAYA IMAGINARIA EN
MEDIO DEL MAR; UN MAREMOTO SE ACERCA AMENAZANTE; HASTA LLEGAR
A TIERRA ARRASANDO TODO A SU PASO. TREINTA SEGUNDOS
ETERNOS DE DESASTRE ACUÁTICO. CORTE. LEJANAS CAMPANAS DE UNA IGLESIA, PÁJAROS
TÍMIDOS VOLANDO SOBRE EL MAR; UNOS NIÑOS JUEGAN EN UN PRADO; ES DE MAÑANA EN UN
PUEBLO APACIBLE DE LA COSTA.
Los efectos especiales narran de la misma forma que lo hacen las palabras y en alguna medida la música, que es más lírica e interior. La esencia exterior, inhumana de los efectos y los ambientes (un conjunto de efectos), es lo que permite al productor de radio experimentar con un lenguaje alterno que no usa vocablos.
A través de los ruidos y los efectos especiales es posible narrar historias. Los ruidos no pertenecen solo a la narración, el escucha crea sus propias historias con los ruidos que va escuchando; muchos de mis efectos especiales se mezclan con tus vivencias, tus experiencias y pasiones de tu mundo particular. Efectos como el mar, que tiene miles de referencias en un auditorio radiofónico, cada uno de los escuchas tiene su mar particular y el sonido marino evoca automáticamente ciertos elementos de la memoria, no hay necesidad de pedir permiso a la razón. Nunca pensarás “este es un locutor con un mar grabado de fondo”; no, tú debes pensar: “es una persona en el mar, me habla desde el mar”.
¡Sí! Inmenso mar dotado de delirios,
piel de pantera, clámide horadada
por los mil y mil ídolos solares.*
La pregunta es si tengo todas esas necesidades en mis efectos especiales, si están preparados en número y en variedad necesarios. El productor debe saber en dónde tiene esos efectos, en qué archivo en qué carpeta.
Pódcast para la revista Elementos de la BUAP
Entonces, en el repertorio de un productor de sonido, de pódcast auditivos debe haber, ordenados en carpetas, sonidos fundamentales de ese universo que busca retratar; como el agua, el aire, el fuego; debe tener sonidos humanos, máquinas mecánicas y eléctricas; ruidos específicos como aviones y cohetes; bólidos celestes y toda clase de animales que logre recopilar. Yo llegué a los 56, pero entre ellos también se reproducen, se mezclan y se convierten en otro animal; en otra guerra, en otra industria; en el rugido de un tsunami. Hasta que un día comienzas a trabajar ambientes específicos que serán el modesto aporte de tu producción: Ambientes de pueblos decimonónicos y más antiguos donde no existen coches de motor; carretas, parroquianos y pasos cansinos de las mulas sobre el empedrado colonial de una calle de Puebla en el siglo XVII. Ambiente de un pasillo de una universidad, los jóvenes conversan; ambiente de una cantina tradicional de la ciudad de México, voces roncas, meseros y vasos. Etcétera. El productor debe estar preparado con esas herramientas aun antes de escribir el guion, pues cuando lo escriba, esa preparación se verá reflejada en las cualidades de su narrativa.
* de El cementerio marino, Paul
Valéry
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