Las historias de misterio no tienen que ser tragedias necesariamente. Esto lo aprendí en una leyendas compartidas por Carmina Conde, en las que a veces no ocurre nada terrible en ellas, no corre la sangre, nadie muere y todo sale bien al final, en esta su papá vivió una historia terrorífica, pero vivió para contarlo. Mi papá nos contó una historia de su niñez. Cuando ellos vivían en Amajac, mi abuelo los mandó a él y a su hermano a que acompañaran a mi tía –su hermana de ellos- con un familiar a Contla, un pueblo cercano; tenían que ir caminando, no había transporte, había que caminar. Entonces se fueron. Como eran niños se fueron jugando en el camino hasta el otro pueblo y no vieron nada, no pasó nada. Cuando hicieron el mandado que iban a hacer, se despidieron de los familiares y se regresaron a Amajac. Entonces, cuando regresaban, ya iban por contra, ya de tarde-noche, venían ellos con su hermana y, “de pronto nos encontramos con un perro”, pero era un perro enorme, neg...