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Mostrando entradas de julio, 2016

El del Nahual

Las historias de misterio no tienen que ser tragedias necesariamente. Esto lo aprendí en una leyendas compartidas por Carmina Conde, en las que a veces no ocurre nada terrible en ellas, no corre la sangre, nadie muere y todo sale bien al final, en esta su papá vivió una historia terrorífica, pero vivió para contarlo. Mi papá nos contó una historia de su niñez. Cuando ellos vivían en Amajac, mi abuelo los mandó a él y a su hermano a que acompañaran a mi tía –su hermana de ellos- con un familiar a Contla, un pueblo cercano; tenían que ir caminando, no había transporte, había que caminar. Entonces se fueron. Como eran niños se fueron jugando en el camino hasta el otro pueblo y no vieron nada, no pasó nada. Cuando hicieron el mandado que iban a hacer, se despidieron de los familiares y se regresaron a Amajac. Entonces, cuando regresaban, ya iban por contra, ya de tarde-noche, venían ellos con su hermana y, “de pronto nos encontramos con un perro”, pero era un perro enorme, neg...

Se lo chupó la bruja

Esta historia-leyenda familiar que me contó Carmina Conde es perturbadora porque hay detrás de ella otra historia menos fantasiosa, que habla de un vicio criminal o al menos de negligencia criminal, lo que llevó a estas familias a extrañas tradiciones y prácticas ¿quién era Juana?, ¿qué hacía Juana, además de niños?, ¿qué pasó esa noche cuando la familia de Juana fue visitada por la tragedia?, ¿o fue una bruja en verdad que llegó a chuparse el alma de su hijito? Con las brujas para las familias era un asunto de protecciones, sobre todo con los niños, porque las brujas malas se llevaban a las niñas, pero a los varones se los chupaban. Por eso se decía que se lo chupó la bruja. Generalmente se hablaba de sacrificios, ellas vienen aquí para sacrificar a alguien. Mi abuela creía mucho en eso. Decía que su mamá tuvo un niño, hermano de ella, al que se lo chupó la bruja. Entonces, para proteger a los niños, cuando mi madre y sus hermanas tuvieron a sus hijos, ponían debajo de las c...

El hombre sin cabeza

Creo que en mi niñez no me habría dado mieto la leyenda del  jinete sin cabeza,  no figuraba en mi imaginario terrorífico como en cambio lo fueron un ánima o un fantasma deambulando por el patio, los espantos que marcaron los límites superiores de mi terror infantil; el jinete sin cabeza era muy ajeno a nuestro ambiente pueblerino.  La leyenda tampoco impresionó mucho a mi informante Ileana Gómez,creía que el fantasma la llevaba a pasear a caballo, y que se aparecía en los linderos de la actual Ciudad Universitaria de Puebla, donde abundaban los maizales y los solares baldíos  donde hoy se ubican las abarrotadas colonias surorientales de la capital. A saber dónde quedó el pobre jinete, porque la cabeza estaba perdida desde entonces. Esta es su leyenda. El hombre sin cabeza fue uno de los grandes horrores de mi niñez, aunque realmente no comprendía muy bien cómo es que procedía este espectro. Los domingos veníamos por los rumbos de Ciudad Universitaria cu...