Creo que en mi niñez no me habría dado mieto la leyenda del jinete sin cabeza, no figuraba en mi imaginario terrorífico como en cambio lo fueron un ánima o un fantasma deambulando por el
patio, los espantos que marcaron los límites superiores de mi terror infantil; el jinete sin cabeza era muy ajeno a nuestro ambiente pueblerino. La leyenda tampoco impresionó mucho a mi
informante Ileana Gómez,creía que el fantasma la llevaba a pasear a caballo, y que se aparecía en los linderos de la actual Ciudad
Universitaria de Puebla, donde abundaban los maizales y los solares baldíos donde hoy se ubican las abarrotadas colonias surorientales de la capital. A
saber dónde quedó el pobre jinete, porque la cabeza estaba perdida desde
entonces. Esta es su leyenda.
El
hombre sin cabeza fue uno de los grandes horrores de mi niñez, aunque realmente
no comprendía muy bien cómo es que procedía este espectro.
Los
domingos veníamos por los rumbos de Ciudad Universitaria cuando aún no estaba
construida la parte de atrás, lo que es ahora es el Círculo Infantil y todos
esos edificios; entonces ya eran parte de la universidad pero estaba vacío. CU
ya existía pero solo estaban las ingenierías, la facultad de derecho. Todavía
ni existía contabilidad, esa la tuvieron muchísimo después. Las otras
facultades estaban en el centro y en salud. Se conocía como ciudad
universitaria, pero estaba aislada, llena de sembradíos y milpas.
Nos
traían en carro a pesar de vivir en San Manuel, de donde podíamos venir
caminando, pero nos traían en carro, entrábamos por la 24. En realidad es la
misma entrada de hoy, ahorita está más bonita, pero era la misma. No existía la
de Valsequillo, estaba cerrada completamente.
Mi
mamá nos traía a comer ahí con mis primos y mis tíos, veníamos a comer ahí
pollo rostizado. Y podías caminar, encontrabas de todo: sapitos, todo, zapatos.
Yo me acuerdo que había muchos animalitos bien bonitos. Ya después, cuando caía
la tarde, por la zona, no del estadio actual sino del antiguo, el de beisbol,
ahí nos contaban que salía, por la noche, el hombre sin cabeza, el degollado. Eso
nos contaban mientras íbamos caminando, nos decían que salía.
Al
hombre sin cabeza me lo imaginaba así
como decían que era, te contaban que venía en un enorme caballo negro, muy
alto, muy oscuro y no veías nada. El hombre sin cabeza llevaba una capa enorme,
todo negro. En esa parte de terracería, entre las milpas y todo, se aparecía el
hombre sin cabeza. A la mejor era una manera de decirnos que si nos portábamos
mal nos llevaba el hombre sin cabeza, pero como niñitos lo imaginábamos
bastante amenazador. Lo curioso es que, al menos yo, pensaba que el hombre te
agarraba y te llevaba a caballo, después regresaba y te soltaba.
Era
muy parecido al hombre sin cabeza de la película de Tim Burton, con Johnny
Depp, pero “nuestro hombre sin cabeza” de ninguna manera era tan drástico como
ese, nosotros pensábamos que solo nos
cargaba y nos llevaba, en la película te llevaba al infierno. Y no, yo pensaba
que nomás nos iba a dar un paseo, nos cargaba y se iba después.
Yo lo
que más recuerdo es esto, cuando voy a CU hay muchos lugares que reconozco, por
aquí venía con mis hermanos y mi madre, por aquí se aparecía el hombre sin
cabeza. Esa historia es la que más recuerdo.
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