viernes, 8 de julio de 2016

El hombre sin cabeza


Creo que en mi niñez no me habría dado mieto la leyenda del  jinete sin cabeza,  no figuraba en mi imaginario terrorífico como en cambio lo fueron un ánima o un fantasma deambulando por el patio, los espantos que marcaron los límites superiores de mi terror infantil; el jinete sin cabeza era muy ajeno a nuestro ambiente pueblerino. La leyenda tampoco impresionó mucho a mi informante Ileana Gómez,creía que el fantasma la llevaba a pasear a caballo, y que se aparecía en los linderos de la actual Ciudad Universitaria de Puebla, donde abundaban los maizales y los solares baldíos donde hoy se ubican las abarrotadas colonias surorientales de la capital. A saber dónde quedó el pobre jinete, porque la cabeza estaba perdida desde entonces. Esta es su leyenda.

El hombre sin cabeza fue uno de los grandes horrores de mi niñez, aunque realmente no comprendía muy bien cómo es que procedía este espectro.

Los domingos veníamos por los rumbos de Ciudad Universitaria cuando aún no estaba construida la parte de atrás, lo que es ahora es el Círculo Infantil y todos esos edificios; entonces ya eran parte de la universidad pero estaba vacío. CU ya existía pero solo estaban las ingenierías, la facultad de derecho. Todavía ni existía contabilidad, esa la tuvieron muchísimo después. Las otras facultades estaban en el centro y en salud. Se conocía como ciudad universitaria, pero estaba aislada, llena de sembradíos y milpas.
Nos traían en carro a pesar de vivir en San Manuel, de donde podíamos venir caminando, pero nos traían en carro, entrábamos por la 24. En realidad es la misma entrada de hoy, ahorita está más bonita, pero era la misma. No existía la de Valsequillo, estaba cerrada completamente.

Mi mamá nos traía a comer ahí con mis primos y mis tíos, veníamos a comer ahí pollo rostizado. Y podías caminar, encontrabas de todo: sapitos, todo, zapatos. Yo me acuerdo que había muchos animalitos bien bonitos. Ya después, cuando caía la tarde, por la zona, no del estadio actual sino del antiguo, el de beisbol, ahí nos contaban que salía, por la noche, el hombre sin cabeza, el degollado. Eso nos contaban mientras íbamos caminando, nos decían que salía.

Al hombre sin  cabeza me lo imaginaba así como decían que era, te contaban que venía en un enorme caballo negro, muy alto, muy oscuro y no veías nada. El hombre sin cabeza llevaba una capa enorme, todo negro. En esa parte de terracería, entre las milpas y todo, se aparecía el hombre sin cabeza. A la mejor era una manera de decirnos que si nos portábamos mal nos llevaba el hombre sin cabeza, pero como niñitos lo imaginábamos bastante amenazador. Lo curioso es que, al menos yo, pensaba que el hombre te agarraba y te llevaba a caballo, después regresaba y te soltaba.

Era muy parecido al hombre sin cabeza de la película de Tim Burton, con Johnny Depp, pero “nuestro hombre sin cabeza” de ninguna manera era tan drástico como ese,  nosotros pensábamos que solo nos cargaba y nos llevaba, en la película te llevaba al infierno. Y no, yo pensaba que nomás nos iba a dar un paseo, nos cargaba y se iba después.


Yo lo que más recuerdo es esto, cuando voy a CU hay muchos lugares que reconozco, por aquí venía con mis hermanos y mi madre, por aquí se aparecía el hombre sin cabeza. Esa historia es la que más recuerdo. 

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