En 1821, derrotados los españoles tras larga y cruenta lucha por la independencia, se proclama el Plan de Iguala o Plan de las Tres Garantías, que además de proclamar la Independencia de México establece, muy a la francesa, tres garantías que no duraron ni lo que se tardó la tinta en secarse; Unión, Religión e Independencia. Los abajo firmantes, Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide serían fusilados poco después, pero quien tuvo un papel estelar en este día fue el sastre igualense José Magdaleno Ocampo, que por órdenes del Regimiento de Celaya -que fue quien pagó-, confecciona una bandera que buscaba indicar aquellos tres nobles postulados: el verde de la independencia; el blanco de la religión y el rojo de la unión.
Como era de esperarse, los colores han cambiado en algo su significado, no así la bandera, que desde ese lejano 24 de febrero de 1821, ostenta esos tres colores nacionales que –presuntamente- nos provoca un orgullo inconmensurable, sentimiento profundo que compartimos con varios países conocidos, y otros tantos bastante desconocidos, ya que el verde, el blanco y el colorado son los colores de las banderas de Italia, Bulgaria, Hungría, Argel, Irán, Omán, Madagascar, Costa de Marfil y hasta un nuevo país surgido de la explosión soviética, llamado Tuyiquistán. Claro, ninguno tiene un águila en su centro, parada en un nopal, devorando una serpiente.
Hoy, Día de la Bandera, es un buen momento para pensar en los valores patrios, en el alto significado de los símbolos que nos identifican, pero también en que esos signos pierden su significado cuando no son acompañados por acciones patrióticas, ya que dejan de ser simbólicos ante el agravio a la constitución y los derechos ciudadanos.
¿Cuánto quieren a la bandera estos gobernantes de los tres poderes de la unión que juegan felices a la rayuela pasándose el turno uno al otro, al infinito? Ni qué decir de los partidos políticos que en realidad son empresas privadas de altos rendimientos. ¿Qué significa la bandera para los mexicanos que tienen su dinero en Suiza, en las Islas Caimán? La tarea de hoy es pensar por qué queremos tanto a nuestra bandera. Si nos produce orgullo... ¿qué es eso de lo que estamos tan orgullosos? He tomado ya una decisión que me ahorrará mucho tiempo en los próximos meses, hasta el día de las elecciones. Mi voto será por la bandera –no del partido que usurpa sus colores-, pintaré una bandera con mi crayola electoral que anule la presencia de los tres partidos principales y sus peleles. Eso haré y te invito a que hagas lo mismo.
Como era de esperarse, los colores han cambiado en algo su significado, no así la bandera, que desde ese lejano 24 de febrero de 1821, ostenta esos tres colores nacionales que –presuntamente- nos provoca un orgullo inconmensurable, sentimiento profundo que compartimos con varios países conocidos, y otros tantos bastante desconocidos, ya que el verde, el blanco y el colorado son los colores de las banderas de Italia, Bulgaria, Hungría, Argel, Irán, Omán, Madagascar, Costa de Marfil y hasta un nuevo país surgido de la explosión soviética, llamado Tuyiquistán. Claro, ninguno tiene un águila en su centro, parada en un nopal, devorando una serpiente.
Hoy, Día de la Bandera, es un buen momento para pensar en los valores patrios, en el alto significado de los símbolos que nos identifican, pero también en que esos signos pierden su significado cuando no son acompañados por acciones patrióticas, ya que dejan de ser simbólicos ante el agravio a la constitución y los derechos ciudadanos.
¿Cuánto quieren a la bandera estos gobernantes de los tres poderes de la unión que juegan felices a la rayuela pasándose el turno uno al otro, al infinito? Ni qué decir de los partidos políticos que en realidad son empresas privadas de altos rendimientos. ¿Qué significa la bandera para los mexicanos que tienen su dinero en Suiza, en las Islas Caimán? La tarea de hoy es pensar por qué queremos tanto a nuestra bandera. Si nos produce orgullo... ¿qué es eso de lo que estamos tan orgullosos? He tomado ya una decisión que me ahorrará mucho tiempo en los próximos meses, hasta el día de las elecciones. Mi voto será por la bandera –no del partido que usurpa sus colores-, pintaré una bandera con mi crayola electoral que anule la presencia de los tres partidos principales y sus peleles. Eso haré y te invito a que hagas lo mismo.
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