Una presencia sostenida en el sistema educativo mexicano es el Politécnico Nacional, el primer sueño mexicano por tener obreros calificados, técnicos creativos, inventos nacionales que apenas han significado algo en la abrumadora avalancha tecnológica de los Estados Unidos.
El Politécnico nació de un sueño feliz en 1932, con maestros como Narciso Basols y Luis Enrique Erro; en 1936, bajo los auspicios del Tata Cárdenas, se inaugura una primera apuesta serie por la ciencia mexicana. Eran tiempos en que los mexicanos creímos posible figurar en desarrollo tecnológico internacional, como ocurrió en el radio y la televisión.
Era tal el entusiasmo, que el secretario de comunicaciones, Walter Cross Buchannan, 100 por ciento politécnico, fabrica por estos años con los ingenieros del Politécnico los primeros y únicos cohetes de manufactura mexicana. Lo que salía disparado de llanos guanajuatenses podrían ser llamados cuetes, pero el sólo hecho habla de la ambición de aquellos politécnicos.
Algo pasó con esa ambiciosa inventiva de los científicos mexicanos, las alas les fueron recortadas poco a poco. A casi ocho décadas de Politécnico Nacional aún no es hora de que exista nuestra propia marca mexicana: Sonítl.
El Politécnico nació de un sueño feliz en 1932, con maestros como Narciso Basols y Luis Enrique Erro; en 1936, bajo los auspicios del Tata Cárdenas, se inaugura una primera apuesta serie por la ciencia mexicana. Eran tiempos en que los mexicanos creímos posible figurar en desarrollo tecnológico internacional, como ocurrió en el radio y la televisión.
Era tal el entusiasmo, que el secretario de comunicaciones, Walter Cross Buchannan, 100 por ciento politécnico, fabrica por estos años con los ingenieros del Politécnico los primeros y únicos cohetes de manufactura mexicana. Lo que salía disparado de llanos guanajuatenses podrían ser llamados cuetes, pero el sólo hecho habla de la ambición de aquellos politécnicos.
Algo pasó con esa ambiciosa inventiva de los científicos mexicanos, las alas les fueron recortadas poco a poco. A casi ocho décadas de Politécnico Nacional aún no es hora de que exista nuestra propia marca mexicana: Sonítl.
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