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Juan Orol


El 26 de mayo de 1988 muere un director mexicano poco apreciado en vida.

Escritor, director y actor de sus películas, Juan Orol es valorado el día de hoy como un cineasta surrealista que merece semanas especiales en las escuelas de cine.

Ocurrían las cosas más extrañas en las películas de Juan Orol. En Gánsters contra Charros, una de las escenas culminantes que enfrenta a estas dos instancias en un duelo a muerte, la calle de fondo es un telón que se mueve con el viento; en otra, creo que Pasiones Infernales o en La Maldición de mi raza, o en ambas, errores muy obvios como entrar a un edificio con un traje negro y salir, tras acabar con los mafiosos, con uno blanco, hacen del cine de Juan Orol un homenaje al absurdo, a la felicidad de hacer cine con espíritu infantil, que es una libertad que muy pocos artistas se pueden dar el lujo de ejercer.

Mi querida Martha fue una de las pocas mujeres dirigidas por Juan Orol que no tuvo que acostarse con él. Sucedió en un centro comercial donde Martha, que entonces no era muy ducha para estacionarse, hacía las maniobras típicas de las mujeres que no tienen idea de cómo estacionarse. Un elegante y anciano caballero se acercó y dirigió la operación que, como en sus películas, tuvo un desenlace feliz. Acababa de ser dirigida por Juan Orol. Para nosotros, que desde entonces teníamos una sana simpatía por el estrambótico personaje, fue todo un acontecimiento.



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