Las primavera ha llegado a Puebla en toda su intensidad. Hace unos dos meses nos emocionó sobremanera el privilegio de albergar a una madre colibrí que decidió poner su nido frente a nuestra ventana. En sucesivas entregas te mostré el desarrollo de los huevos, nacimiento y madurez de los polluelos, que todo parece indicar que sobrevivieron.
Bueno, pues ya tenemos otra vez a la colibrí empollando nuevos huevitos y, la verdad, nos produce mucha menos emoción. Tenemos además una verdadera invasión de torcasitas, que caminan tranquilamente afuera de la puerta como Juan por su casa ¿de qué se trata? Una cosa es permiso para parir huevitos y otra, muy distinta, sala de maternidad permanente. Cuando salgo al patio me siento Francisco de Asís rodeado de animalitos voladores. Y eso que ya no tardan en llegar los mosquitos que –diría el santo demente-, también son criaturas de Dios.
Bueno, pues ya tenemos otra vez a la colibrí empollando nuevos huevitos y, la verdad, nos produce mucha menos emoción. Tenemos además una verdadera invasión de torcasitas, que caminan tranquilamente afuera de la puerta como Juan por su casa ¿de qué se trata? Una cosa es permiso para parir huevitos y otra, muy distinta, sala de maternidad permanente. Cuando salgo al patio me siento Francisco de Asís rodeado de animalitos voladores. Y eso que ya no tardan en llegar los mosquitos que –diría el santo demente-, también son criaturas de Dios.
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