miércoles, 7 de enero de 2009

Sueño de internet


En ese sueño lo difícil era hacer entender el concepto del internet a las autoridades del pueblo, uno de los más pobres del país, no hablábamos el mismo idioma.

- La página de internet que se pone en sus manos es un instrumento de comunicación que llega al pueblo oportunamente. Gracias a la comunicación eléctrica los pueblos van a dejar de estar aislados del mundo.

El presidente municipal me respondía:

- Wa kinkalilakgapastilhakanan kin tsmaninkan.

Yo insistía en el mismo tono.

- Es un instrumento de comunicación que el gobierno debe proporcionar a la numerosa gente necesitada del país, como ustedes, como antes lo hizo la telegrafía, es un servicio para la gente.

El presidente respondía

- Masiykgo tasmaninkan’ listipekti’ akxni xtokgokgo.

Pero yo estaba en vena, pensando que el presidente municipal, un anciano de ojos atentos y actitud emprendedora, me estaba entendiendo a la perfección.

- La gente no tiene por qué entender su complicado funcionamiento. La gente lo que necesita es enviar palabras o fotografías. Necesita comunicarse con su hijo. Pertenece al estado primario de los derechos humanos, tiene derecho a comunicarse a través de los nuevos medios. El gobierno no debe desentenderse, debe proporcionar el servicio de internet, como siempre se ha hecho con los telégrafos y el resto de las telecomunicaciones.

- xtatlakgnikan chu xtatantlin kgosnin, wa uyma tatantlin kimalilkgastaninkgolhá xlilakgatum katuxawat.

Se instaló la telegrafía a partir de 1853, se puso la telefonía desde 1878, el cable interoceánico en 1899, la radiotelegrafía en 1914, la radiotelefonía en 1921 y ese mismo año la radiodifusión, cuando se convierte en una telecomunicación de recepción masiva, que incrementaría su nivel con la televisión en 1950. Hay en medio muchos sistemas de telecomunicación que hoy son obsoletos, el télex, el teletipo, el fax, corrientes portadoras... El internet nos plantea una combinación suculenta de todo eso.

- Nalutalakgapasatá xpaskwa kimpaxkatsikan akxni akapulhit kakgapun, nima kgentaxtu xlikgalhkukitsis

- El internet acabó convirtiéndonos a todos en telegrafistas que manipulan sus equipos, nosotros mismos transmitimos textos, audios, imágenes, video, software. Es un asunto tan complejo que habría que imaginar a la población mexicana de 1851 aprendiendo Morse para comunicarse por telégrafo. No, el telégrafo fue pensado desde el principio como servicio público.

- Nachuna’ punchuna’ kgentaxtu xlakgatunkuwt; nalutalakgapasata’ lanla tamaknukgo tiku nekgo.

- El internet es masivo, y su tendencia es incrementarse, pero en 2007 deja al menos un 40 % de personas fuera de su alcance, que de funcionar así nunca utilizarán los servicios del internet. Pero este es un sueño en donde el Internet sería un servicio público por iniciativa de un gobierno capaz.

- Chu tiku minkgo kputlaw –me señala el presidente municipal.

- ¿Qué dice?

- Que lo siga –dice el secretario de Ayuntamiento-, lo va a llevar al nuevo Telecom, el telégrafo evolucionado.

Caminamos por el pueblecito y bajo una alta techumbre de vigas con tejas estaba la puerta abierta de la nueva institución. En un apartado, una anciana humilde, con su rebozo oscuro y sus trenzas entrecanas, chatea alegremente con su hijo menor, que está en Los Ángeles, California. Una diligente joven de la comunidad, empleada por el gobierno, escribe las respuestas de la señora porque ella sí sabe leer. Tendrían que ver su cara mientras aparece el siguiente mensaje. Ella suelta una carcajada y responde de inmediato.

- Akxni minkgokan kkinkachikinkan, lulakgatikgokan xkatuxawat; wanima ukxilhtilhakgo tijitlawani’.
- Sigamos, sigamos… -agrego yo y caminamos.

A mi, extrañamente, todo esto me pareció muy natural, pues era una obvia y excelente idea. Al gobierno se le ocurrió convertir al decadente servicio telegráfico de Telecom en centros públicos de Internet, con cabinas y operadores que manejan los teclados y el mouse para la comunicación. Es un servicio para la gente más necesitada, la más pobre y ha sido todo un éxito. Ya empiezan a pedirlo en las ciudades. Las gente adulta, los campesinos, las madres de familia acuden a la agencia Telecom, donde se les proporciona el servicio de internet, comunicación integrada, para hacer contacto con sus familiares, encontrar alguna respuesta o imprimir las fotos de la boda a su hijo en Los Ángeles, California.

Caminamos por el establecimiento y había seis máquinas trabajando con una señorita al mando de cada una. Una pantalla donde una anciana chatea con su pariente.

En otra cabina un anciano campesino mira atónito un video de su hijo, que vive en Nueva York, con toda su familia. Ahí están sus nietecitos, caminando alegres como los siete enanos. Es conmovedora la expresión del señor, se limpia algunas lágrimas con un enorme paliacate rojo. Cuando termina de ver el video, que fue breve, decide enviar un mensaje a su hijo, para que lo reciba en Nueva York. Saca un papel con su e-mail personal y le pide a la empleada que le redacte sus palabras. El secretario del Ayuntamiento me informa que el viejo le dice a su hijo en totonaco que le agradece el video y que le agradó mucho, que ahora sí lo hizo reír. El anciano sale muy satisfecho de este original servicio público, tan necesario para el gran número de adultos mexicanos que nunca van a tocar una computadora en su vida. Se les hubiera ocurrido antes. Un servicio inteligente, un precio justo. Y los campesinos de México, que viven en las zonas más lejanas y escarpadas del país, disfrutan el internet.

- Ti ro ri ron…

El ruidito característico de mi computadora me despertó. El Internet en la sierra era un sueño. Un bonito sueño, pero sueño al fin.

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