Hoy he amanecido relajado. El futuro no es mejor que el de ayer pero tampoco me puedo estar quejando. Hay algo positivo en la grisura. Veo estabilidad y cierto grado de concentración. Aunque algo de mi visión se desvía en sus propósitos perentorios para el día de hoy, no creo que me llegue a incomodar y que me haga perder la perspectiva, la mejor disposición de la mayor parte de mi rostro. Hay ecuanimidad y, por lo tanto, crecimiento. Si eso perdurara un tiempo razonable lograría focalizar mis propósitos y emparejar mi ojo derecho, para acabar de cuadrar esa visión. Entonces será genial.
El taller de la FEEP de Tzicatlacoyan, con financiamiento de la ONG española Ayuda en Acción, concluyó su escultura de papel maché con la representación del Tentzo, figura mítica de origen prehispánica situada en la parte alta del kiosco de la plaza principal de la comunidad de San Juan Tzicatlacoyan, Puebla. De acuerdo a la investigadora Antonella Fogetti ( Tenzonhuehue: El simbolismo del cuerpo y la naturaleza ), El Tentzo es una entidad “mitad dios y mitad no”, deidad antigua intrínsecamente buena, dadora de dones, que de acuerdo a la tradición tiene la facultad de asumir diferentes apariencias: catrín, charro, viejo barbón, anciana, mujer hermosa o animales diversos, que también podría ser interpretado como el famoso nahual o entidad similar. Hoy todos niegan venerar al Tentzo, pero las ofrendas periódicamente depositadas en su honor refieren todo lo contrario. Es una suerte de deidad negada pero viva, vigente. El Tentzo, cuyo nombre ostenta una montaña y la propia cordill...
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