Bueno, las autoridades locales por fin reaccionaron frente a la presión de la ciudadanía y de las autoridades federales. La gente, motu propio, corrió a comprar tapabocas y se los puso para andar en la calle; la universidad, desde antier, había suspendido todos sus eventos públicos y hoy suspendió todas sus actividades escolares, al igual que el resto de las escuelas debido al mandato federal. En fin, ya estamos en el tren de la actualidad nacional y podemos sentirnos ciudadanos comunes de este devastado país. Y a pesar de que las autoridades locales insisten en que no existe ningún caso de fiebre porcina en los hospitales, radio bemba, que es el medio de comunicación chismológico más eficiente de los que contamos, hablan ya de varios muertitos y muchos más infectaditos. Todo en diminutivo, pues se trata de gente cercana, de vecinos, ciudadanos de a pie que no tienen la importancia para formar parte de las estadísticas nacionales. A una parálisis política que ya dura tres años, se añade esta nueva parálisis de duración indeterminada. “Dios nos agarre confesados”, dice el dicho, pero ante tantas cancelaciones y cierres de cortina ¿dónde carajos nos habríamos de confesar?
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