Estoy corrigiendo el estilo de un libro sobre el horóscopo chino que previsiblemente dice una sarta de tonterías sobre las personas nacidas bajo el signo de los diferentes animales que lo conforman, que son doce –creo, porque apenas voy a la mitad-. El libro es una copia mal hecha de otras copias mal hechas de otras copias mal hechas seguramente traducidas del inglés, de traducciones mal encaminadas del idioma chino.
Creo que su defecto principal está en traducir literalmente la zoología al destino de los signos respectivos, es decir, ve las características “animales” de los signos y abusa de esa circunstancia, por ejemplo: el caballo “siempre corriendo”, el tigre “fiero” o el borrego “tímido”. Sin embargo, entre las líneas, hay un tufillo de orientalismo que me recuerda algunos buenos momentos de lecturas de I Chin. Como no soy especialista ni lo voy a ser, me he dejado llevar por la gramática pero siempre teniendo presente a una persona específica sobre la cual pensar a la hora del signo. En la rata: Malú y Pancho, dos extremos de los roedores cuyas vidas me fueron muy útiles en la redacción: inteligentes, sagaces, chingaquedito, apreciados y egoístas. El Buey, que ni mandado a hacer para mi venerado padre: hiperactivo, perseverante, decidido y amistoso –en sus características positivas, debo aclararlo; el Tigre, mi querido Tono: resistente, impulsivo y obstinado, y ahora voy en el Conejo, especialmente dedicado a ti, Martha, en pleno cumple –no digo el año porque los Conejos odian esta clase de balconeos-, que se distingue por su sabiduría. Más allá del horóscopo chino y sobre todo de estas traducciones de traducciones, copias de recopias que llegan a nuestras manos, quiero enfatizar en esta entrega lo atinado que resulta este atributo para una persona como tú, que siempre se ha distinguido por su sabiduría, tu tino para aconsejar, tu discreto liderazgo familiar. Tal vez el animal no sea espectacular –dímelo a mí, que soy un pobre Gallo-, pero tú sí lo eres y, lo más interesante, es que siempre lo has sido. Te mando un beso y un abrazo muy fuerte y ruego a las deidades de la astrología china que cumplas muchos más años, que llegues a ser una viejita, sabia de por sí, que siga iluminando nuestras vidas. Aunque termines con una carita chiquita y arrugada de conejo. Es el destino, querida.
Creo que su defecto principal está en traducir literalmente la zoología al destino de los signos respectivos, es decir, ve las características “animales” de los signos y abusa de esa circunstancia, por ejemplo: el caballo “siempre corriendo”, el tigre “fiero” o el borrego “tímido”. Sin embargo, entre las líneas, hay un tufillo de orientalismo que me recuerda algunos buenos momentos de lecturas de I Chin. Como no soy especialista ni lo voy a ser, me he dejado llevar por la gramática pero siempre teniendo presente a una persona específica sobre la cual pensar a la hora del signo. En la rata: Malú y Pancho, dos extremos de los roedores cuyas vidas me fueron muy útiles en la redacción: inteligentes, sagaces, chingaquedito, apreciados y egoístas. El Buey, que ni mandado a hacer para mi venerado padre: hiperactivo, perseverante, decidido y amistoso –en sus características positivas, debo aclararlo; el Tigre, mi querido Tono: resistente, impulsivo y obstinado, y ahora voy en el Conejo, especialmente dedicado a ti, Martha, en pleno cumple –no digo el año porque los Conejos odian esta clase de balconeos-, que se distingue por su sabiduría. Más allá del horóscopo chino y sobre todo de estas traducciones de traducciones, copias de recopias que llegan a nuestras manos, quiero enfatizar en esta entrega lo atinado que resulta este atributo para una persona como tú, que siempre se ha distinguido por su sabiduría, tu tino para aconsejar, tu discreto liderazgo familiar. Tal vez el animal no sea espectacular –dímelo a mí, que soy un pobre Gallo-, pero tú sí lo eres y, lo más interesante, es que siempre lo has sido. Te mando un beso y un abrazo muy fuerte y ruego a las deidades de la astrología china que cumplas muchos más años, que llegues a ser una viejita, sabia de por sí, que siga iluminando nuestras vidas. Aunque termines con una carita chiquita y arrugada de conejo. Es el destino, querida.
es nuestra guru
ResponderEliminarPor obvias razones profesionales, no soy muy afecta a los horóscopos, pero tengo que confesar que me causa gracia compartir el animal del horóscopo chino con mi sabia madre. Me da esperanza.
ResponderEliminar