Este día de 1959 muere José Vasconcelos, ilustre oaxaqueño que es un buen ejemplo del espíritu contradictorio de los mexicanos. Amaba profundamente a México y despreciaba profundamente nuestros defectos, que eran los suyos. Revolucionario maderista, intelectual de un país en formación, fue el primer secretario de Educación Pública con Álvaro Obregón. Luego fue exiliado de la revolución, candidato a la presidencia en los albores del Maximato y político errante; de nuevo exiliado, vive en los Estados Unidos con graves problemas de manutención, que tras muchos años regresa a México para terminar siendo un viejo sabio medio fascista que repudiaba todo lo liberal. Sin embargo, Vasconcelos es uno de los escritores más exquisitos de la literatura mexicana, como lo demuestran las excelsas páginas de sus novelas autobiográficas El Ulises Criollo, La tormenta, El Desastre y El proconsulado.
El taller de la FEEP de Tzicatlacoyan, con financiamiento de la ONG española Ayuda en Acción, concluyó su escultura de papel maché con la representación del Tentzo, figura mítica de origen prehispánica situada en la parte alta del kiosco de la plaza principal de la comunidad de San Juan Tzicatlacoyan, Puebla. De acuerdo a la investigadora Antonella Fogetti ( Tenzonhuehue: El simbolismo del cuerpo y la naturaleza ), El Tentzo es una entidad “mitad dios y mitad no”, deidad antigua intrínsecamente buena, dadora de dones, que de acuerdo a la tradición tiene la facultad de asumir diferentes apariencias: catrín, charro, viejo barbón, anciana, mujer hermosa o animales diversos, que también podría ser interpretado como el famoso nahual o entidad similar. Hoy todos niegan venerar al Tentzo, pero las ofrendas periódicamente depositadas en su honor refieren todo lo contrario. Es una suerte de deidad negada pero viva, vigente. El Tentzo, cuyo nombre ostenta una montaña y la propia cordill...
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