Este día de 1997 muere Teresa de Calcuta, una monja rumana que decidió que no eran suficientes las buenas intenciones de los católicos del mundo respecto a los pobres. Su activismo tuvo una sola dinámica: llevar trabajo y amor hasta los barrios perdidos de Calcuta y otras ciudades de la India, donde el hambre y las enfermedades infecciosas eran, no una contingencia, sino la vida misma.
Teresa de Calcuta convirtió sin querer esta misión religiosa en un arma política que utilizó para sus fines humanitarios. Recibió premios y con ellos mejoró la vida de miles de personas. Fue una activa combatiente de la hipocresía, la ceguera en los líderes del mundo, la inútil parafernalia de la religión. Todo eso la convirtió en una de las autoridades morales más importantes de su siglo.
La pregunta obligada es ¿qué sería de la religión si las y los religiosos del mundo fueran como la madre Teresa de Calcuta? La respuesta obligada es: no sueñes. En una realidad de pederastia desatada, de caciques religiosos como algunos obispos, de un Vaticano tremendamente rico, opulento hasta la ignominia, el ejemplo de la madre Teresa brilla como una excepción histórica en un panorama de corrupción, complicidad e hipocresía de los representantes de la iglesia.
Teresa de Calcuta convirtió sin querer esta misión religiosa en un arma política que utilizó para sus fines humanitarios. Recibió premios y con ellos mejoró la vida de miles de personas. Fue una activa combatiente de la hipocresía, la ceguera en los líderes del mundo, la inútil parafernalia de la religión. Todo eso la convirtió en una de las autoridades morales más importantes de su siglo.
La pregunta obligada es ¿qué sería de la religión si las y los religiosos del mundo fueran como la madre Teresa de Calcuta? La respuesta obligada es: no sueñes. En una realidad de pederastia desatada, de caciques religiosos como algunos obispos, de un Vaticano tremendamente rico, opulento hasta la ignominia, el ejemplo de la madre Teresa brilla como una excepción histórica en un panorama de corrupción, complicidad e hipocresía de los representantes de la iglesia.
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