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Las abandonadas


Las abandonadas regresaron a su casa con bien, eso es lo importante, que esa falla en la seguridad de un viaje de estudios haya terminado sin tener que lamentar una tragedia, porque eso fue lo que propició la irresponsabilidad de una maestra al abandonar a Luz y a una compañera en el puerto de Veracruz, sin dinero, sin su celular, sin su mochila, vestidas apenas con una camisetita y unos pantalones. Una falla en la seguridad de ese viaje del tamaño de una tragedia que no ocurrió por la sagacidad de las jóvenes y la movilización familiar. Se trataba del primer viaje de campo de su carrera universitaria, dos autobuses que deberían llevar dos maestros responsables, no sólo una, como en este caso. Para “cuidar” el segundo camión la maestra llevó a su esposo, un señor poco preparado, sin atisbo de pedagogía, que se dedicó a pegar de gritos, ordenar y amenazar a los estudiantes en el viaje infernal. El reglamento prohíbe esa clase de intervenciones “familiares” en un viaje de estudio. Desde la misma salida de Puebla ese señor cometió arbitrariedades y tomó decisiones sumamente lesivas para algunos estudiantes, como a uno que dejó en la banqueta de CU haciendo señales para que lo dejaran subir, o la decisión de dejar a dos jovencitas en Veracruz a pesar de los señalamientos de otras compañeras que indicaron su ausencia. Luz y su compañera fueron al baño en un hotel que estaba enfrente de los camiones y no se tardaron más de diez minutos. Pero en el supuesto caso de que lo hubieran hecho, de que exista alguna clase de negligencia de parte de los alumnos que retrase la salida, nada justifica el hecho criminal de dejar a dos jovencitas, casi adolescentes, a su suerte en una ciudad desconocida y ciertamente violenta como el puerto de Veracruz. Un acto inverosímil que no le harían a la pequeña hija de la maestra y su esposo que, por cierto, de manera irregular, también los acompañaba.

A su regreso a clases la discusión nació muerta de origen. La maestra contra las alumnas, cuando la verdadera discusión era: la inseguridad en los viajes de la Buap y las maneras de afrontar el problema en disciplinas, como Biología, con abundantes salidas a campo. No nos interesa la maestra de forma personal, si recibe sanciones por todas sus irregularidades es un asunto de la institución. Nuestro problema como padres de familia es que la universidad garantice que este desafortunado y peligroso evento no pueda repetirse; que se establezcan medidas –existe un reglamento para ello, tengo entendido- y se tomen todas las precauciones necesarias para que nuestros hijos vayan a trabajo de campo con seguridad y con la cobertura académica adecuada. Pueden ser viajes maravillosos si quien los acompaña es un maestro con capacidades, no un gendarme mal pagado ajeno por completo a la institución. Esa es nuestra exigencia y veremos hasta dónde llega la preocupación de la Universidad por sus alumnos, por la seguridad de sus estudiantes, porque lo que les hicieron a Luz y su compañera fue, sencillamente, criminal. Y en un país con leyes aplicables los responsables terminarían en el bote, pues expusieron a un grave peligro a quienes supuestamente debían cuidar y proteger.


Comentarios

  1. Estoy lívida, no puedo creer que esto haya pasado, pero muchísimo peor, que no se haya sancionado de alguna manera a la increiblemente irresponsable maestra y su criminal marido. ¿En serio escuchó a gente decir "faltan dos" y dijo "vamonos de todos modos"?, sigo sin creerlo.

    Lo peor es que ahora que lo pienso, en el único viaje de campo que tuve en la universidad, a Tonanzintla, ¡creo que íbamos solos!.

    Hay muchas cosas buenas que decir sobre las universidades públicas, pero desafortunadamente estas son las aristas peligrosas de ese gran servicio social, la falta de sanción.

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  2. No me queda claro si piensas denunciar el caso ante las autoridades universitarias. Es un hecho con testigos. Pasar por alto estas arbitrariedades permite que se repitan. Un beso para Luz.

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