El día de hoy del año 1900 nació en la ciudad de México, aunque a los románticos nos guste imaginar que en Tlacotalpan, Veracruz, Agustín Lara, un nostálgico ser que se atrevió a defender su derecho a la cursilería y, no contento con esto, triunfar con ella. Un raro espécimen del Olimpo mexicano.
Hoy, Agustín Lara cumpliría ciento nueve años de edad, sería un viejo romántico, fumador, que seguramente festejaría su cumpleaños con una gran copa de coñac, sentado frente a su piano blanco. Su esposa número 52... le serviría otra ronda.
Y entre ronda y ronda llegaríamos a la noche, en donde inevitablemente, confusa ya la mente por el humo y el alcohol, entonaríamos todos, entrelazados, algunas de sus famosas canciones. “Dile que la quiero, dile que me muero de tanto esperar….”
Hoy, Agustín Lara cumpliría ciento nueve años de edad, sería un viejo romántico, fumador, que seguramente festejaría su cumpleaños con una gran copa de coñac, sentado frente a su piano blanco. Su esposa número 52... le serviría otra ronda.
Y entre ronda y ronda llegaríamos a la noche, en donde inevitablemente, confusa ya la mente por el humo y el alcohol, entonaríamos todos, entrelazados, algunas de sus famosas canciones. “Dile que la quiero, dile que me muero de tanto esperar….”
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