Intentar explicar nuestras vidas actuales sin la presencia de las telecomunicaciones es inútil, cada vez dependemos más de ellas social y económicamente. La importancia cotidiana de la televisión, el teléfono, la radiodifusión, de los teléfonos celulares; del uso continuo y permanente del correo electrónico, hacen a las telecomunicaciones un instrumento básico de eso que llaman modernidad.
Un día como hoy de 1851, México inicia la comunicación eléctrica cuando en Nopalucan, Puebla, se recibe el primer mensaje telegráfico de la capital: "Se ha enviado la correspondencia extraordinaria del Paquete Inglés”, de manera que llegaría el día siguiente por la mañana.
El entusiasmo era desbordante. “¿Y los ladrones? –se pregunta el periódico El Español- ¿y los raptores de doncellas? ¿y los suplantadores de firmas? Ya pueden tomar otro oficio, porque el telégrafo los alcanza, con una justicia inexorable”. *
La comunicación eléctrica iniciaba su largo reinado al que, aún hoy, es difícil predecirle alguna clase de final. El fecundo telégrafo llegó para procrear en las décadas siguientes a otros sorprendentes sistemas de comunicación que hoy vemos condensados en el Internet y sus variadas aplicaciones. Todo esto gracias el empeño y el entusiasmo de don Juan de la Granja (en la foto) que aquel lejano día demostró a los escépticos que la telegrafía no era un sueño imposible.
* El Español, 12 de noviembre de 1851, núm. 16 p. 6
Un día como hoy de 1851, México inicia la comunicación eléctrica cuando en Nopalucan, Puebla, se recibe el primer mensaje telegráfico de la capital: "Se ha enviado la correspondencia extraordinaria del Paquete Inglés”, de manera que llegaría el día siguiente por la mañana.
El entusiasmo era desbordante. “¿Y los ladrones? –se pregunta el periódico El Español- ¿y los raptores de doncellas? ¿y los suplantadores de firmas? Ya pueden tomar otro oficio, porque el telégrafo los alcanza, con una justicia inexorable”. *
La comunicación eléctrica iniciaba su largo reinado al que, aún hoy, es difícil predecirle alguna clase de final. El fecundo telégrafo llegó para procrear en las décadas siguientes a otros sorprendentes sistemas de comunicación que hoy vemos condensados en el Internet y sus variadas aplicaciones. Todo esto gracias el empeño y el entusiasmo de don Juan de la Granja (en la foto) que aquel lejano día demostró a los escépticos que la telegrafía no era un sueño imposible.
* El Español, 12 de noviembre de 1851, núm. 16 p. 6
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