En los años setenta, mi hermano Antonio me pasó un revelador librito de Jorge G. Castañeda sobre la revolución en Nicaragua. Me encantó. Entonces su padre era ministro de relaciones exteriores y tuve que desembarazarme de los prejuicios que esto implicaba para seguirlo leyendo. Lo hice y no me arrepentí, lo leí durante años en su colaboración semanal para la revista Proceso y en cada artículo mi reflexión era: “por qué no gobierna gente como ésta”, con tan sobrada claridad sobre los problemas nacionales, sobre la idiosincrasia, la economía, sobre nuestro lugar en el mundo.
En el año 2000 la oportunidad llegó, Castañeda ocupó el lugar en el gobierno de Fox y, lo que ahí ocurrió, fue de lo más desconcertante. Como un chivo en cristalería, mi recuerdo de la gestión de Castañeda es el de un desastre en la otrora ordenada secretaría de relaciones exteriores mexicana. Castañeda salió del gobierno por la puerta trasera, fue una tremenda decepción como gobernante, como intelectual en el poder. Al término del sexenio se lanzó como candidato independiente, no fue claro en su proyecto de país y más bien se dedicó a intentar colocar su candidatura contra la obtusa prohibición legal a que lo hiciera. No lo logró, aunque tiempo después un tribunal internacional le dio una especie de victoria legal de gusto simbólico .
(Un anónimo parecido a Castañeda escribió un comentario con precisiones sobre su gestión y otros comentarios sobre su vida privada que yo había leído en el periódico y hasta donde recuerdo nunca fue corregido. En correspondencia a su atención y en vista de que era intrascendente para mi análisis, suprimo lo que él niega en su respuesta. Servido.)
(Un anónimo parecido a Castañeda escribió un comentario con precisiones sobre su gestión y otros comentarios sobre su vida privada que yo había leído en el periódico y hasta donde recuerdo nunca fue corregido. En correspondencia a su atención y en vista de que era intrascendente para mi análisis, suprimo lo que él niega en su respuesta. Servido.)
La aclaración sirve para concentarse en una interesante propuesta que Castañeda hace ahora, junto con Héctor Aguilar Camín, sobre lo que los mexicanos debemos desear que suceda en este país, estancado casi en cada uno de los rubros de su vida nacional: economía, educación, idiosincracia, llamado Un futuro para México y publicado este mes en la revista Nexos. No hay forma de negar su interés porque Castañeda, con todo y sus defectos, nunca ha dejado de ser un crítico agudo y atinado de las políticas públicas de los gobiernos mexicano y estadunidense, un protagonista que ahora, acompañado de Aguilar Camín, merece nuestra mejor atención.
Un futuro para México es un ensayo provocador con una extensión de 25 cuartillas, aproximadamente, dividido en siete apartados que, a su vez, se desmenuzan en otros tantos puntos: El peso del pasado, la prosperidad, nuestro lugar en el mundo, proteger a la sociedad, educación, democracia y hacia el 2012.
Como el lunes anterior, cuando me adherí a la campaña de “ya bájenle” promovida por Dresser y compañía, ahora quisiera hacer lo propio en cuanto a la necesidad de discutir los puntos que Castañeda y Aguilar Camín destacan aquí para mejorar nuestra condición en el mundo. En cada apartado del ensayo, no hay desperdicio en cuanto a la necesidad imperiosa de cambiar ciertas cosas en nuestras “costumbres nacionales”, sobre todo aquella que apunta a la ausencia de proyectos, planes o al menos deseos entre la clase política para que algo cambie en nuestro desastroso panorama, que es, a final de cuentas, lo que ambos piden como conclusión de su escrito: debate.
De acuerdo a los autores, deben tomarse cuatro decisiones estratégicas: 1. Asumir los cambios que requiere la economía para crecer; 2. Decidir el lugar que se quiere ocupar en el mundo; 3. Universalizar los derechos y garantías sociales necesarios para construir una sociedad equitativa, donde más de las dos terceras partes de la misma vivan más o menos igual; 4. Hacer productiva la democracia mediante reformas institucionales que garanticen la seguridad de los ciudadanos.
Así, sus conclusiones apuntan a volver a imaginar un panorama económico y social sin la presencia de los dañinos monopolios por todos conocidos: privados, estatales y sindicales. La imperiosa necesidad de definirnos frente a los Estados Unidos, tanto en lo social como en lo oficial, pues no hay una agenda mexicana para planificar con cierta esperanza esa vecindad:
“Ha llegado el momento –dicen- de buscar convergencias con Estados Unidos y Canadá en asuntos multilaterales como los derechos humanos y la democracia, el cambio climático, las crisis latinoamericanas y mundiales.”
La urgencia de una reforma fiscal donde recogen una iniciativa de Santiago Levy sobre un impuesto general y único para los mexicanos, con una clara repercusión en la sociedad. Una reforma laboral que dé efectiva libertad a los trabajadores para crear o afiliarse al sindicato que ellos, individualmente, elijan, terminando con la famosa “toma de nota” que negocian en paquete, más allá de las voluntades personales. Educar a nuestros jóvenes para vivir mejor, “para resolver su vida, para obtener un empleo. Y aún mejor: para crearlo”. Y hacer algo por nuestra democracia que “gobierna pero no transforma”, por la federalización de los delitos que el fuero común en realidad no persigue o, al menos, no resuelve.
“No hay acuerdos fundamentales entre sus fuerzas políticas sobre qué rumbo tomar, y se estorban unas a otras, pero su desacuerdo no destruye ni socava el Estado, simplemente lo hace un instrumento más debatido y menos eficaz para el cambio”, concluyen Jorge G. Casteñeda y Héctor Aguilar Camín, en esos temas que, más allá de quién los proponga, urge que se debatan entre los mexicanos. Te recomiendo ampliamente este ensayo, que puedes leer en el número de noviembre de la revista Nexos, o de manera gratuita en su portal web:
Un futuro para México es un ensayo provocador con una extensión de 25 cuartillas, aproximadamente, dividido en siete apartados que, a su vez, se desmenuzan en otros tantos puntos: El peso del pasado, la prosperidad, nuestro lugar en el mundo, proteger a la sociedad, educación, democracia y hacia el 2012.
Como el lunes anterior, cuando me adherí a la campaña de “ya bájenle” promovida por Dresser y compañía, ahora quisiera hacer lo propio en cuanto a la necesidad de discutir los puntos que Castañeda y Aguilar Camín destacan aquí para mejorar nuestra condición en el mundo. En cada apartado del ensayo, no hay desperdicio en cuanto a la necesidad imperiosa de cambiar ciertas cosas en nuestras “costumbres nacionales”, sobre todo aquella que apunta a la ausencia de proyectos, planes o al menos deseos entre la clase política para que algo cambie en nuestro desastroso panorama, que es, a final de cuentas, lo que ambos piden como conclusión de su escrito: debate.
De acuerdo a los autores, deben tomarse cuatro decisiones estratégicas: 1. Asumir los cambios que requiere la economía para crecer; 2. Decidir el lugar que se quiere ocupar en el mundo; 3. Universalizar los derechos y garantías sociales necesarios para construir una sociedad equitativa, donde más de las dos terceras partes de la misma vivan más o menos igual; 4. Hacer productiva la democracia mediante reformas institucionales que garanticen la seguridad de los ciudadanos.
Así, sus conclusiones apuntan a volver a imaginar un panorama económico y social sin la presencia de los dañinos monopolios por todos conocidos: privados, estatales y sindicales. La imperiosa necesidad de definirnos frente a los Estados Unidos, tanto en lo social como en lo oficial, pues no hay una agenda mexicana para planificar con cierta esperanza esa vecindad:
“Ha llegado el momento –dicen- de buscar convergencias con Estados Unidos y Canadá en asuntos multilaterales como los derechos humanos y la democracia, el cambio climático, las crisis latinoamericanas y mundiales.”
La urgencia de una reforma fiscal donde recogen una iniciativa de Santiago Levy sobre un impuesto general y único para los mexicanos, con una clara repercusión en la sociedad. Una reforma laboral que dé efectiva libertad a los trabajadores para crear o afiliarse al sindicato que ellos, individualmente, elijan, terminando con la famosa “toma de nota” que negocian en paquete, más allá de las voluntades personales. Educar a nuestros jóvenes para vivir mejor, “para resolver su vida, para obtener un empleo. Y aún mejor: para crearlo”. Y hacer algo por nuestra democracia que “gobierna pero no transforma”, por la federalización de los delitos que el fuero común en realidad no persigue o, al menos, no resuelve.
“No hay acuerdos fundamentales entre sus fuerzas políticas sobre qué rumbo tomar, y se estorban unas a otras, pero su desacuerdo no destruye ni socava el Estado, simplemente lo hace un instrumento más debatido y menos eficaz para el cambio”, concluyen Jorge G. Casteñeda y Héctor Aguilar Camín, en esos temas que, más allá de quién los proponga, urge que se debatan entre los mexicanos. Te recomiendo ampliamente este ensayo, que puedes leer en el número de noviembre de la revista Nexos, o de manera gratuita en su portal web:
De Jorge Castañeda para Polo Noyola: Ya que se tomo la molestia de leer el ensayo en Nexos, y de subir un comnetario, le envio algunos datos para su consideración y conocimiento. Mi demanda por las candiaturas independientes fue ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica, no ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Fox se peleo con Argentina y Bolivia (por cierto con toda razon) dos años despues de que hubiera salido de la cancillería. No persegui a nadie en Xian, sino solo me retrate, junto con todos los demas visitantes, en la fila aparatda para eso de los guerreos, en una foto que los curadores del sitio siempre sugieren, como la de los Chac-Mol en Chichen, o la Esfinge en Giza. En caunto a arropdillarse con los gringos, es un juico mas subjetivo, pero durnate el sexenio de Fox se expidieron, a iniciativa mia, mas de seis millones de matrioculas consulares a mexicanos sin papeles en Estados Unidos, y por primera vez en la historia, Mexico demando a Estados Unidos ante, ahora si, la Corte Internacional de Justicia en La Haya por violar la Convecion de Viena sobre proteccion consular. La demanda la firme yo. Espero que estos datos le sirvan para documentar sus opiniones.
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