La inmortalidad tal vez no exista, pero sabemos que la muerte sí. Está ahí, latente, frente a nosotros. Nos visita y cuando lo hace nos abruma. Nos asusta con su insondable misterio; el más allá, la eternidad, el final de nuestras breves y precarias vidas.
Sin duda hace falta pensar más en la muerte, para aceptarla mejor. Es falso que los mexicanos festejemos la muerte como festejamos las derrotas de la historia; es falso que nos de alegría. La respetamos y le tememos como todos y, hoy, la recordamos.
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