domingo, 21 de febrero de 2010

López


Jorge Ibargüengoitia tuvo el tino de nombrar a su héroe de la lucha por la Independencia de México (entiéndase que Hidalgo) como López, en una novelita que llamó Los pasos de López, pues a todo lo largo de la historia mexicana, e incluso antes - pues existió un virrey con ese apellido: Diego López de Pacheco-, los López han aparecido intermitentemente en decisivos escenarios de nuestra política, de López Rayón a López Obrador, pasando por cualquier cantidad de otros apellidos que acompañan al aludido: Mateos, Portillo, sólo por mencionar dos presidentes, pero apellido de centenares de legisladores, alcaldes y gobernadores. Bueno, para no ir tan lejos, en Puebla El PRI nos depara nuevamente el privilegio con su candidato a la gubernatura, al que extrañamente la “voz social” le omite su primer apellido (López), identificándolo sólo con el segundo (Zavala).

Uno de los más célebres López, Antonio López de Santa Anna, nace un día como hoy de 1765 en Jalapa, Veracruz, para ser uno de los más singulares personajes de nuestra historia, que cumple el papel del antihéroe mexicano.

Santa Anna, imprescindible en cierto momento de la historia, es llamado a la presidencia media docena de veces ante la patética ausencia de líderes; le toca perder una serie de guerras decisivas contra los Estados Unidos, que costarían a México más de la mitad de su territorio. Santificado y vilipendiado, Santa Anna tuvo a bien enterrar con grandes honores una de sus piernas, perdida en acción, para posteriormente ver cómo el populacho la arrastraba por las calles de la capital.

Si hay algún folclor en la política de México lo encabeza, sin duda ninguna, Antonio López de Santa Anna, aún habiendo tantos concursantes.


Aunque no eres López, bienvenido Jesús Reyna Herrera como seguidor del blog. Y gracias.


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