martes, 16 de febrero de 2010

Pellicer


En un correo reciente, mi amigo poeta tabasqueño Agenor González Valencia me cuenta una anécdota que a su vez le contó personalmente Carlos Pellicer, relacionada a una presunta corrección a su enorme poema El canto del Usumacinta. Decía el original manuscrito:

“Porque del fondo del río
he sacado la mano
y la he puesto a cantar”

Al capturista –único verdadero enemigo de Agenor, que es enemigo de tener enemigos-, se le hizo fácil cambiar el texto y, olvidando la lógica poética, se fue por la lógica natural y escribió:

“Porque del fondo del río
he sacado la mano
y la he puesto a secar”

“Al poeta, al leerlo, por poco le da un infarto”, termina recordando Agenor.

Espero no incurrir en un desfalco a la noble poesía del maestro Pellicer, que un día como hoy de 1977 muere a los 78 años de edad. Entonces no había correctores automáticos y los errores de dedo eran estrictamente “humanos”:

“Te descubrí,
y en ese instante
tras un diamante
solté un rubí:
de asombro existo,
preclara cosa; sangre dichosa
de haberte visto.

“Robé a tu geografía
su riqueza de solemne alegría.
El que tumbe así el árbol del que estoy hecho
va a encontrar tus rumores en mi pecho.
Y en un cantar a cántaros,
y es la nube de pájaros
y es tu lodo botánico.

“En las sombras históricas de tu destino
cien ciudades murieron en tu camino.
Atadas de pies y manos
están esas ciudades.
Entre una jauría de árboles desmanes
se moduló la sílaba final de esas edades.”

Fragmento de El Canto del Usumacinta de Carlos Pellicer.



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