En un mundo que ya no se parecía al suyo, este día de 1968 muere en la ciudad de México Ignacio Fernández Esperón, Tata Nacho, patriarca de los compositores del siglo XX mexicano, querido y respetado por el gremio de la música, y autor de inolvidables canciones como Adiós mi chaparrita (no llores por tu Pancho), que todos los mexicanos hemos cantado, con y sin tequila, durante tantas décadas.
Antes de ser Tata (que en México es un sinónimo cariñoso de padre), Ignacio Fernández fue hijo de un médico melómano y una pianista que desde muy pequeño lo embarcaron el laberinto artístico del que nunca más saldría. Su apodo no fue producto de alguna clase de respeto o admiración por su madurez ni nada parecido. Ocurrió en su adolescencia, cuando un accidente lo dejó sin dientes y sus compañeros, por su aspecto de anciano, lo llamaron el Tata Nacho. Los dientes los recuperó en forma de prótesis a las pocas semanas, su apodo sin embargo lo identificaría el resto de su vida.
Antes de ser Tata (que en México es un sinónimo cariñoso de padre), Ignacio Fernández fue hijo de un médico melómano y una pianista que desde muy pequeño lo embarcaron el laberinto artístico del que nunca más saldría. Su apodo no fue producto de alguna clase de respeto o admiración por su madurez ni nada parecido. Ocurrió en su adolescencia, cuando un accidente lo dejó sin dientes y sus compañeros, por su aspecto de anciano, lo llamaron el Tata Nacho. Los dientes los recuperó en forma de prótesis a las pocas semanas, su apodo sin embargo lo identificaría el resto de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario