Cantatas, pasiones, misas, obras para órgano, tocatas...
La ciencia de la armonía pudo configurarse con este admirable músico alemán que muere el 28 de julio de 1750. Pocos hombres pueden presumir que, tras dos siglos y medio sigan tan íntimamente ligados a nuestra vida. En alguna película, en la televisión, en la radio escuchamos frecuentemente música de Johan Sebastian Bach, ratón de sacristía y prolífico artista nacido en Einsenach en 1685.
Sus obras de música religiosa, vocal e instrumental sorprenden a los contemporáneos por su riqueza argumental, su vigor y su inagotable clave bien atemperada. Lo mismo hizo a trabajar a su esposa como a sus hijos y parientes cercanos en la música, como había ocurrido a sí mismo con su padre, tíos y abuelos; todos colaboraron en una obra cumbre que estableció las bases de la música contemporánea.
Así pues, bien escuchada, toda la música le debe algo a Bach.
La ciencia de la armonía pudo configurarse con este admirable músico alemán que muere el 28 de julio de 1750. Pocos hombres pueden presumir que, tras dos siglos y medio sigan tan íntimamente ligados a nuestra vida. En alguna película, en la televisión, en la radio escuchamos frecuentemente música de Johan Sebastian Bach, ratón de sacristía y prolífico artista nacido en Einsenach en 1685.
Sus obras de música religiosa, vocal e instrumental sorprenden a los contemporáneos por su riqueza argumental, su vigor y su inagotable clave bien atemperada. Lo mismo hizo a trabajar a su esposa como a sus hijos y parientes cercanos en la música, como había ocurrido a sí mismo con su padre, tíos y abuelos; todos colaboraron en una obra cumbre que estableció las bases de la música contemporánea.
Así pues, bien escuchada, toda la música le debe algo a Bach.
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