“Se trata de un paciente masculino de 25 años de edad con padecimiento actual de unas dos horas de volución al sufrir herida con una navaja en el primer dedo de la mano izquierda cuando estaba en su domicilio. Herida de 2 centímetros de bordes regulares que interesa parcialmente la uña y el primer pulpejo izquierdo. Previa anestesia se sutura con dermalón y se extrae la porción de la uña. 13.sep.1979
Plan:
1.- Analgésicos y antibióticos.
2.- Medicina preventiva para vacunación antitetánica.
3.- Continúa su control en el consultorio.
4.- El paciente rechaza incapacidad laboral”.
Bueno, toda esa terminología trata de que en esa lejana fecha me corté una parte del dedo gordo de la mano izquierda con un cutter que maniobraba con la mano derecha. Vivía en San Jerónimo en la Ciudad de México y afortunadamente Martha pasaba de visita por ahí. Me llevó al Seguro Social, de donde extraigo esta ficha médica.
Fue la única vez que pisé en plan de paciente el Seguro Social y, la verdad, no tengo ninguna queja del servicio, pues me atendieron en urgencias la “volución” (no he podido encontrar un significado de esa palabra) y me volvieron a pegar el pulpejo izquierdo que llevaba colgando. Ciertamente lo es la misma satisfacción que del Seguro Social he escuchado en los últimas tres décadas de mi vida, pues la gente se queja de aglomeraciones, carencia de medicinas y burocratismo. Con todo, cuando alguna enfermedad grave afecta a algún miembro de alguna familia, el parte familiar termina con un “afortunadamente tenemos seguro social, de otra forma no hubiéramos podido afrontarlo”. En tanto que el enfermo agrega: “me hubiera muerto en la banqueta.
El Seguro Social es, en todo caso, un institución que los mexicanos hemos asumido en los ochenta años que llevamos de soportarlo, un organismo ambivalente y contradictorio. Todo mundo se queja del Seguro Social pero también todos, al menos una vez en la vida, hemos sido sanados por el Seguro Social (o su versión estatal, que es el Issste).
El 5 de septiembre de 1929, pensando en los trabajadores al servicio del Estado, se establece en el artículo 123, fracción 29, la ley del seguro social que desde entonces entra en funciones. De ahí p´al real.
Plan:
1.- Analgésicos y antibióticos.
2.- Medicina preventiva para vacunación antitetánica.
3.- Continúa su control en el consultorio.
4.- El paciente rechaza incapacidad laboral”.
Bueno, toda esa terminología trata de que en esa lejana fecha me corté una parte del dedo gordo de la mano izquierda con un cutter que maniobraba con la mano derecha. Vivía en San Jerónimo en la Ciudad de México y afortunadamente Martha pasaba de visita por ahí. Me llevó al Seguro Social, de donde extraigo esta ficha médica.
Fue la única vez que pisé en plan de paciente el Seguro Social y, la verdad, no tengo ninguna queja del servicio, pues me atendieron en urgencias la “volución” (no he podido encontrar un significado de esa palabra) y me volvieron a pegar el pulpejo izquierdo que llevaba colgando. Ciertamente lo es la misma satisfacción que del Seguro Social he escuchado en los últimas tres décadas de mi vida, pues la gente se queja de aglomeraciones, carencia de medicinas y burocratismo. Con todo, cuando alguna enfermedad grave afecta a algún miembro de alguna familia, el parte familiar termina con un “afortunadamente tenemos seguro social, de otra forma no hubiéramos podido afrontarlo”. En tanto que el enfermo agrega: “me hubiera muerto en la banqueta.
El Seguro Social es, en todo caso, un institución que los mexicanos hemos asumido en los ochenta años que llevamos de soportarlo, un organismo ambivalente y contradictorio. Todo mundo se queja del Seguro Social pero también todos, al menos una vez en la vida, hemos sido sanados por el Seguro Social (o su versión estatal, que es el Issste).
El 5 de septiembre de 1929, pensando en los trabajadores al servicio del Estado, se establece en el artículo 123, fracción 29, la ley del seguro social que desde entonces entra en funciones. De ahí p´al real.
Comentarios
Publicar un comentario