jueves, 13 de enero de 2011

Esquina con Nombradía


En 1920 muere un señor bastante desconocido pero que probablemente hizo más por los mexicanos que muchos de nuestros festejados próceres juntos, el doctor Eduardo Liceaga, guanajuatense defensor de la salud que tuvo la visión de relacionar las obras públicas con la salud.

Al Doctor Liceaga se deben el alcantarillado y las obras de agua potable de la ciudad de México. En 1904 combatió con éxito la peste bubónica en Mazatlán, hizo el proyecto del Hospital General y trajo a México la vacuna antirrábica, que por cierto recibió de manos del propio Louis Pasteur.

En fin, otro país seríamos con más administradores públicos como el doctor Eduardo Liceaga, que por lo menos se ganó su calle en la Colonia Doctores de la capital y el premio de la Academia Nacional de Medicina, que también lleva su nombre.



2 comentarios:

  1. Sería muy interesante hacer una serie de libros con las biografías de este tipo de personajes. Por desgracia, cuando se trata de escribir la historia, concedemos más importancia a los políticos y a los caudillos militares que a los médicos, maestros, ingenieros, etc., que se empeñaron en ayudar a su sociedad y engrandecerla. Bien decía un político (Winston Churchill): "El mal de nuestra época es que la gente no quere ser util, sino importante".

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  2. Gracias por tu comentario y por supuesto estoy de acuerdo. Para nuestra sorpresa veríamos que la cantidad de esos héroes anónimos (o casi)es mucho mayor de lo que imaginamos, que son ellos los verdaderos constructores de México, los que han hecho las cosas bien.

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