En primero de febrero de 1867 Miguel Miramón, el general conservador que se presume invicto, salva el pellejo en un peligroso ataque, logrando huir de San Jacinto tras el vigoroso empuje de las fuerzas de Mariano Escobedo.
La batalla se pierde indudablemente, a un gran costo entre muertos, heridos, equipo, dinero y municiones, además de 500 prisioneros, entre los que se contaron a 139 franceses y el general Joaquín Miramón, hermano de Miguel, dos años menos que él, a quien los liberales aprehenden y pasan por las armas.
El año pintaba mal para Miguel Miramón, quien a sus 36 años ya era un expresidente de México; sería el último año de su vida.
La batalla se pierde indudablemente, a un gran costo entre muertos, heridos, equipo, dinero y municiones, además de 500 prisioneros, entre los que se contaron a 139 franceses y el general Joaquín Miramón, hermano de Miguel, dos años menos que él, a quien los liberales aprehenden y pasan por las armas.
El año pintaba mal para Miguel Miramón, quien a sus 36 años ya era un expresidente de México; sería el último año de su vida.
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