El 18 de mayo de 1917, por chismes, maledicencias y malos entendidos, fue fusilado en Morelos el profesor Otilio Montaño, redactor del Plan de Ayala zapatista, no por soldados carrancistas, sino por las propias fuerzas del general Zapata que no hizo ningún esfuerzo por salvar a su fiel y útil redactor de proclamas revolucionarias.
El profe Otilio, que había atendido escuelas morelenses y era director de una cuando se unió al movimiento de Francisco I. Madero en 1911, fue un esmerado intelectual del movimiento del jefe suriano al grado de provocar el celo y las envidias de otros agregados a la causa, como Manuel Palafox y Antonio Díaz Soto y Gama. Mientras mantuvo la confianza de Zapata, Otilio Montaño participó como comisionado zapatista y acompañante de su jefe en la primera entrevista que tuvo con Francisco Villa en Xochimilco.
En 1916 fue secretario de Instrucción Publica del gobierno convencionalista de Francisco Lagos Cházaro, pero al año siguiente, las incisivas críticas de sus colegas de plano le movieron el piso y Montaño pensó seriamente en abandonar el movimiento. Al año siguiente se vio precisado a refugiarse en una población de nombre Bellavista, habitada por zapatistas marginales que pedían el reconocimiento del gobierno de Venustiano Carranza. Cuando esa solicitud subió de tono, Montaño y otros compañeros se encontraban en medio, por lo que fueron acusados de ser autores intelectuales del movimiento. En unas cuantas horas, el profesor, de 30 años de edad, fue enjuiciado y fusilado.
El profe Montaño todavía tuvo tiempo de redactar un testamento político donde expresaba la injusta maniobra que se urdió en su contra.
El profe Otilio, que había atendido escuelas morelenses y era director de una cuando se unió al movimiento de Francisco I. Madero en 1911, fue un esmerado intelectual del movimiento del jefe suriano al grado de provocar el celo y las envidias de otros agregados a la causa, como Manuel Palafox y Antonio Díaz Soto y Gama. Mientras mantuvo la confianza de Zapata, Otilio Montaño participó como comisionado zapatista y acompañante de su jefe en la primera entrevista que tuvo con Francisco Villa en Xochimilco.
En 1916 fue secretario de Instrucción Publica del gobierno convencionalista de Francisco Lagos Cházaro, pero al año siguiente, las incisivas críticas de sus colegas de plano le movieron el piso y Montaño pensó seriamente en abandonar el movimiento. Al año siguiente se vio precisado a refugiarse en una población de nombre Bellavista, habitada por zapatistas marginales que pedían el reconocimiento del gobierno de Venustiano Carranza. Cuando esa solicitud subió de tono, Montaño y otros compañeros se encontraban en medio, por lo que fueron acusados de ser autores intelectuales del movimiento. En unas cuantas horas, el profesor, de 30 años de edad, fue enjuiciado y fusilado.
El profe Montaño todavía tuvo tiempo de redactar un testamento político donde expresaba la injusta maniobra que se urdió en su contra.
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