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Payno



El 21 de junio 1810 nace en la ciudad de México Manuel Payno, distinguido periodista, poeta, dramaturgo, cuentista, político y diplomático, cuya célebre novela Los Bandidos de Río Frío aún se lee obligatoriamente en la secundaria, para beneficio de todos.

Payno es un caso paradigmático de la inteligencia mexicana, un producto muy emblemático del siglo XIX mexicano, pero no porque haya habido muchos Paynos, desgraciadamente, sino porque su vida reúne prototipos muy típicos de nuestra vida nacional. Un hombre bien nacido que pudo acomodarse a las circunstancias de un país en guerra permanente, un buen burócrata que alcanzó puestos relevantes, fue un funcionario cumplido (aduanas, rentas, ministerio de guerra), trabajó en tareas de riesgo durante la intervención yanqui, fue secretario de Mariano Arista, ministro de hacienda de José Joaquín de Herrera, político proscrito durante el imperio de Maximiliano, diputado con Benito Juárez. Después viajó a Europa donde llegó a ser cónsul mexicano en España, de donde regresó para ser senador hasta el día de su muerte a los 84 años de edad.

Hasta aquí los parecidos con muchas vidas de los políticos exitosos de nuestra historia, que nunca tienen necesidad de voltear para atrás, de volver a empezar nada, que ascienden, ascienden y ascienden.

Pero Manuel Payno también fue un intelectual comprometido, cosa menos común en nuestra clase política. Fue maestro en la Preparatoria Nacional, fue articulista de temas diversos como la historia, la política o las finanzas nacionales, miembro de la real Academia Española, lector insaciable y escritor prolífico.

Payno se atravesó en mi camino mientras investigaba la historia del telégrafo Morse en México, fue muy amigo de Juan de la Granja, el pionero de la comunicación eléctrica; compadre, debería agregar. Anduvo con don Juan subiendo y bajando cerros por Río Frío mientras éste buscaba “palos” rectos que le sirvieran de postes para los cables de su telegrafía, entonces Payno aprovechó para tomar apuntes y fraguar la historia de unos bandidos que azolaban a los caminantes de ese paso ineludible. Fue así que concibió Los bandidos de Río Frío, su popular novela que nos regala los mejores escenarios de aquellos bosques impenetrables, la peligrosa cuesta que llevaba al Valle de México, Chalco y sus canales que comunicaban hasta el mismísimo centro de la ciudad de México. Payno el de El Fistol del diablo que reclamaba tanta mocharía escudada en supuestos preceptos morales. Pues cómo no, Payno, un parteaguas de la inteligencia mexicana.



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