Ir al contenido principal

Los poetas mienten demasiado



En el planeta Marte el anciano capitán John Black encuentra algo inesperado: su pueblo natal, que recorre emocionado. Dispuesto a no hacer demasiadas preguntas, camina por las calles conocidas hasta llegar a su casa, que ve con la mirada obnubilada por el llanto. Ahí está su madre, su querido hermano. Su padre andará en el cuarto de las herramientas, como siempre. Sus familiares lo reciben como si apenas ayer se hubieran despedido de él. Black está consciente de encontrarse en Marte y, sin embargo, también sabe que está es su casa. Es la tercera expedición de abril del año 2000 de Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury. Pero todo era una fantasía, literatura.

La madrugada del 5 de julio de 1997 (¿tres años antes?), luego de haber amartizado la noche anterior en el Valle de la Muerte, de la Planicie de Oro del planeta Marte, el pequeño Sojourner, de escasos 10 kilogramos de peso, avanza con sus seis rueditas por el accidentado piso marciano. No había familiares, ni padres, ni madres, ni nada que no fueran piedras y tierra; no había pueblos de Ohio, ni sueños, ni capitanes excepto dos lunas indiferentes que lo miraron transitar durante 83 días que duró la misión Mars Pathfinder de la NASA.

Sin el romanticismo de los soñadores, sin la prolífica fantasía de Verne, de Arthur C. Clark, de Bradbury, de Frederik Pohl, de Kim Stanley Robinson, de Edgar Rice Burroughs, de Philip K. Dick y todos los creadores de mundos extraordinarios imaginados para Marte, el Sojourner caminó y miró con su lente óptica para refrendar lo que todos en la tierra habíamos sospechado: los escritores mentían. O como lo pensó Nietzsche; “los poetas mienten demasiado”.


.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Tentzo

El taller de la FEEP de Tzicatlacoyan, con financiamiento de la ONG española Ayuda en Acción, concluyó su escultura de papel maché con la representación del Tentzo, figura mítica de origen prehispánica situada en la parte alta del kiosco de la plaza principal de la comunidad de San Juan Tzicatlacoyan, Puebla. De acuerdo con la investigadora Antonella Fogetti ( Tenzonhuehue: El simbolismo del cuerpo y la naturaleza ), El Tentzo es una entidad “mitad dios y mitad no”, deidad antigua intrínsecamente buena, dadora de dones, que de acuerdo a la tradición tiene la facultad de asumir diferentes apariencias: catrín, charro, viejo barbón, anciana, mujer hermosa o animales diversos, que también podría ser interpretado como el famoso nahual o entidad similar. Hoy todos niegan venerar al Tentzo, pero las ofrendas periódicamente depositadas en su honor refieren todo lo contrario. Es una suerte de deidad negada pero viva, vigente. El Tentzo, cuyo nombre ostenta una montaña y la propia cordi...

Tratado de Bucareli

Tras haber cumplido tres años de gobierno, el 31 de agosto de 1923 el gobierno de Álvaro Obregón consigue reanudar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, de vital importancia para su gobierno, pero con una condición: la firma de un tratado que el senado mexicano había rechazado en primera instancia, pero que las presiones del gobierno y el asesinato del senador Fidel Jurado obligan a dar un viraje y aceleraron su aceptación. Durante años busqué el texto completo de este tratado que en la universidad nos había sido contado de manera inexacta. Ignoro las razones que suscitaron esa versión, que entre muchas escandalosas cláusulas reasaltaba una en la que se prohibía a México la producción de motores de combustión interna que prácticamente paralizaban el principal avance tecnológico de las primeras décadas del siglo XX. Como era de esperarse, neceé durante varios años y hasta pulí mi argumentación pues era un elemento clave a mi parecer para explicar el enanismo tecnológico de...

Yoquivo

Luz a la izquierda y atrás de ella su hermano Alfonso Escuché hablar de Yoquivo desde mi más tierna edad como el lugar de nacimiento de mi abuelita Luz. Siempre supe que estaba en la sierra de Chihuahua, pero no dónde. A pesar de haber sido mencionado innumerables veces, Yoquivo nunca fue destino de nadie cercano a la familia, hasta que Mario Rocha lo visitó en los años setenta para tramitar un acta de nacimiento de Luz. Que yo sepa es la única visita de un familiar a ese mítico lugar que imaginé de mil maneras diferentes. Con los años supe que estaba cerca de San Juanito, pueblo famoso e importante, pero tampoco sabía muy bien donde estaba San Juanito. Mi abuela abandonó Yoquivo para siempre cuando huyó con mi abuelo Leopoldo a vivir un prolongado exilio familiar que duraría décadas. Murió su madre sin que ella lo supiera oportunamente y, con el tiempo, toda su familia abandonó este pueblo. Sus hermanas, excepto Livia, que emigró a la capital del estado, se mudaron a los Estados Unido...