El ocio y el desempleo atacan de nuevo. A los blogs Mitos
sin sustancia y de antropología mexicana se une a partir de hoy una nueva
propuesta llamada: Adiós a la radio, novela radiofónica (radioguion.blogspot.com),
que amenaza con ventilar a manotazos treinta años de experiencia guionística en
medio de un penoso panorama de mediocridad. Nada es coincidencia en esta
ficción.
Se trata
del secuestro de una radiodifusora a manos de algunos trabajadores que la toman
en protesta contra la mediocridad de sus propietarios que sólo entienden la
radio como una forma de ganar dinero; esta decena de hombres y mujeres toman
las instalaciones y se encierran ahí; los propietarios, con ayuda de las
autoridades, tratan de penetrar al edificio en forma de pirámide construido
como un búnker impenetrable, que ahora se voltea contra los intereses que lo
crearon. Parten de un único presupuesto: este es su último día de transmisión.
Este día la
producción, largamente sometida por vulgares intereses comerciales, echa toda
su carne al asador y le hace un gran homenaje a las ideas radiofónicas, al
guión y al lenguaje sonoro. En sus entregas sucesivas, la continuidad deberá
seguir consumiendo los minutos como si se tratara de tiempo radiofónico
convertido en un guión de novela-radio, radio en tiempo real, plasmado
en guiones sobre diversos tópicos de la cultura radiofónica: musicales y
dramáticos, cápsulas, audioclips, radionovela; programas bibliográficos,
históricos y biográficos, campesinos y humorísticos, dramáticos y terroríficos,
hilado por un locutor y dos
locutoras, en rigurosos turnos, que no son literarios sino orales. O algo así.
La verdad es que no lo sé. Por ejemplo, creo que la participación activa de los
lectores podría ser muy interesante.
La programación estará salpicada de cortinillas, rúbricas y
fondos musicales, que serán programados en la entretela de las horas, que aquí
representan minutos de transmisión, en una fórmula que pueda repetirse sin
resultar chocante. Tal vez frases vinculadoras, eslogan, titulillos
pendencieros o formalidad institucional. En
serio no lo sé.
Suerte, pues.
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