Desde que llegué a Puebla escuché hablar
del Capitán Fantasma, un mito local sobre un personaje que no solo existió, sino
que algunas personas relativamente jóvenes conocieron, pues se trata de una
historia de los años sesenta. Una de ellas es Flor Coca Santillana, una de mis
fuentes primordiales de la poblanidad, a quien muchos años después, buscando
recopilar un libro sobre leyendas de esta antigua ciudad, aproveché para entrevistar y sonsacarle su muy
particular versión del Capitán. Aquí está el resultado.
Mi
abuela tenía una casa de vecindad donde había varios departamentos. Esta casa
se la sacó mi abuelo, bueno, se la compró porque mi abuelo se sacó la lotería,
debe haber sido a principios de los años cuarenta. Don Ernesto se sacó la
lotería, 25 mil pesos, y le compró esa casa de vecindad a doña Mary, que estaba
muy deteriorada. Pero después, de eso vivió doña Mary, que era maestra
alfabetizadora. Se quedó con la casa de departamentos y de eso vivió y sacó
adelante a sus hijos. Entonces, uno de los departamentos que está en la parte
de abajo era rentado por un señor que fue a rentarla con el nombre de Pedro, no
recuerdo el apellido que uso, un señor bajito, de ojos azules, muy agradable en
su trato y rentó la casa. Lo que a Mary y a algunos vecinos les llamaba la
atención es que nunca tenía un horario para salir, y el señor que rentaba un
departamento de muy poco dinero tenía muy buenos trajes y se vestía muy bien.
Siempre vistió muy bien, incluso usaba gasné en
algunas ocasiones. Entonces, bueno, les llamaba la atención y nunca supieron
a qué se dedicaba este hombre. A doña Mary, cuando le preguntó, le dijo que
vendía medicamentos en los pueblos. ¿Y por qué iba tan elegante?, le preguntó.
Bueno, es que si yo no voy elegante no me hacen caso en las farmacias, etcétera
¿no? En fin, después se enteraron que él se vestía de mujer y lo hacía para
engatusar a los que iba a robar. Se sabe que robó joyerías en Puebla, que robó
casas y eran millones de pesos lo que obtenía en esos robos. Después se fue de
la casa de doña Mary y siguió llamándose Pedro, quien en realidad era Santiago
Quezada. Entonces Pedro se casó con una mujer, Laura, hermana de un amigo de
uno de mis primos, aún con su personalidad de Pedro, o sea que mal lo conocía.
Laura Vifano, vivía en la 7 oriente, por donde está el Cine Puebla hay una casa
de vecindad, con ella se casó Pedro. Tuvieron tres hijos y obviamente seguía
haciendo sus robos, de los cuales vivían; estuvo en la cárcel, Laura lo iba a
ver, le llevaba la comida y seguía siendo su esposa, pero nunca se enteró de su
verdadero nombre, incluso su primer hijo se llama Pedro, porque Santiago
Quezada, el Capitán Fantasma, se hacía llamar Pedro.
Yo lo
conocí en la cárcel en el 68, cuando mis tíos estuvieron ahí en la cárcel de
San Juan de Dios, era un hombre muy
amable que ya tenía incluso un cuartito en la parte de abajo para vivir, para él solo, o sea que no estaba como reo
común, sino que tenía su cuarto independiente con una televisión moderna que ya
no tenía un mueble grande como la mayoría, sino una televisión blanca, pequeña,
muy bonita. Nos dijo a mi hermano y a mí que si queríamos verla mientras mi
mamá y mis tías iban a ver a sus hermanos Arturo y Ernesto Santillana, que
estaban presos por el movimiento estudiantil.
Aquí
se van a quedar con el Capitán Fantasma un rato para que podamos platicar con
sus tíos; en realidad íbamos dos niños, yo de trece y mi hermano de 11. Del capitán
me llamó la atención su amabilidad. Físicamente era un hombre muy guapo, a mí
me pareció muy guapo, yo tendría 13 años; era un hombre que tenía una mirada
muy profunda, unos ojos muy azules, era muy amable, muy educado, chaparrito, delgado, muy
delgado, con bastante cabello, cejas pobladas y una nariz bonita, fina; o sea,
era un hombre bien parecido que vestido de mujer deber haber sido bastante
agraciado. No era tan bajito, pero sí de tamaño normal, tirando a bajo, 1.68,
por ahí. Muy amable con nosotros, nos dijo que podíamos jugar ahí y se acordaba
bien de nuestros tíos y de alguna manera los cobijó ahí en la prisión. Entonces
la leyenda termina en el hospital universitario, que era el hospital que
atendía a todos los reos de Puebla, cuando
tú ibas por ahí veías cómo llegaban los policías que se hacían cargo de que no
se fugaran. Entonces el Capitán Fantasma se fuga del Hospital Universitario en
donde estaba hospitalizado. Con unas sábanas amarradas se fugó del segundo o
tercer piso. Enfrente había un parque de beisbol, donde ahora es el Parque de
las Ninfas, ahí se jugaba también futbol llanero, de modo que cuando él se fuga,
atraviesa la 25 poniente y se mete al campo de futbol. La historia oficial es
que ahí lo alcanzan y lo matan; la historia real, que nosotros supimos a través
de Laura, es que no lo matan, sino que lo dejan herido, logra correr, para un
taxi y se va en taxi. Entonces vuelve a ver a sus hijos, platica con ellos, les
dice que ya no puede estar en Puebla porque lo están persiguiendo y que se tiene
que ir de la ciudad. Entonces, a final de cuentas, se va a Estados Unidos, y donde
hasta ahorita, aunque es difícil que viva, pues ya tendría más de 90 años, se
sabe que vivía con una mujer en Los Ángeles, California.
Yo
nunca creí cuando nos dijeron que era un gran delincuente, pero la leyenda
existe y creció con los años. Primero, el Capitán Fantasma era un ladrón que se
burlaba de las autoridades, era un hombre con un gran talento al que le gustaba
disfrazarse; no que fuera extraordinario, pero si lo veías con su traje
impecable jurabas que era un gran empresario. Entonces le gustaba mucho
burlarse de la gente, de las autoridades, de la vida, que era como un juego
para él. Disfrazarse de mujer y robarse un collar, o entrar vestido de dama de
sociedad a una elegante joyería y robarse un anillo. Era un artista.
Una
vez, nos contó doña Mary, les llamó la atención que tenía, por ejemplo, un
sombrero de copa. Un señor que vivía en una vecindad cómo iba a tener un
sombrero de copa. Y así salía, con un abrigo de piel muy elegante y su sombrero
de copa. Aunque él decía que esas prendas se las habían regalado, después se
supo que eran parte de su botín en los robos. Robaba residencias, hoteles
caros, lugares de postín, lo que no hacía era el robo común, como sacarte la
cartera. Su hijo sí, su primer hijo era carterista en los camiones, de esos que
te sacan la cartera, un carterista de poca monta. Pero él no, él era como de
primer nivel, incluso se hablaba que una vez cambió un cheque a todas luces falso, que el cheque no tenía
cuenta pero que de alguna manera hizo creer a los del banco que era bueno y lo
cobró por 30 mil pesos o algo así. Entonces yo decía: este señor amable y de
trato maravilloso no puede ser que sea ratero, y mucho menos que haya matado a
nadie, porque se decía que había disparado a un guardia bancario y que había
muerto.
Cuando
nos dijeron en la cárcel “quédense con don Pedro” yo lo reconocí y se le dije a
una de mis tías: oye a él yo lo conozco, lo he visto en algún periódico o en
algún lado. Es que es el Capitán Fantasma, me respondió. Y le decían Capitán Fantasma
porque siempre logró escabullirse; lo atrapaban pero se escapaba; lo volvían a
atrapar y se volvía escapar. En tres ocasiones, hasta donde sé, se burló de los
guardias. Y ya la última, que dicen que lo mataron, yo sé que no fue así,
porque Laura nos dijo que se fue a vivir a Los Ángeles; nunca hubo sepelio ni
nada, se supone que lo enterraron en una fosa común, eso informaron, pero quién
iba a reclamar un cuerpo que no existía.
Fotos del Archivo Gráfico/La Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario