Oficina del doctor
Carlos Montero Pantoja, primer piso en la Casa de la Aduana Vieja. Llegar sin
avisar nunca ha sido recomendable, y eso me ha costado tres visitas previas en
las que me he tenido que ir en ascuas, pero sé que a Montero le viene bien esta
irrupción sorpresiva en su ordenado funcionamiento como uno de los más
respetados urbanistas de la ciudad de Puebla, a cuya oficina llegan
investigadores e invitaciones de todos los confines del mundo para invitarlo a
participar en un proyecto, una investigación o solicitarle un artículo o comentario sobre alguna de sus
especialidades como miembro del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades:
el patrimonio edificado, la historia de la arquitectura y el urbanismo, a las
que ha dedicado una decena de libros individuales y compartidos.
¿Cuál sería la
relación entre la cultura y el centro de la ciudad de Puebla?
Carlos Montero: Pues hay una relación muy fuerte porque la ciudad
tiene partes, partes culturales; hay una expresión social en lo edificado,
siempre lo ha habido. La arquitectura y el urbanismo no son materia sino
materialización de esas expresiones culturales, por tanto, en un proceso tan
largo que ha tenido la ciudad de Puebla,
el centro es el que acumula más testimonios culturales de esta sociedad
poblana.
Cuando nosotros miramos que se demuele un edificio o se cae
de viejo, eso está expresando el sentir o el pensamiento cultural con relación
a una arquitectura y a una ciudad. Eso es. Y definitivamente son temas que no
se miran como debieran y por ahí es donde a veces hay enfrentamientos sobre
visiones, sobre situaciones que no van al fondo y que consiste en entender esas
manifestaciones culturales que tiene la sociedad. De ahí que el tema de las
demoliciones o de los descuidos en mantenimiento o el dejar que los edificios
se caigan o el no cuidar los espacios públicos o el dejarse perder porque otro
va ganando los espacios públicos, son manifestaciones culturales que vienen
también expresadas aquí durante mucho tiempo, que no podría ser de otra manera
por la mixtura historia, la mezcla cultural histórica que hemos visto entre
España y los indígenas. Aquí han venido razas que tienen su propia cultura, de todo el mundo, y están
los españoles, sí, pero están los catalanes, están los libaneses, hubo raza
negra, vinieron los chinos, en fin, eso no se ha trabajado y entonces, entre
tantas mezclas, se generaron expresiones culturales que a veces uno no entiende
o no le son totalmente legibles y por esa circunstancia tampoco se ven.
¿Este crisol étnico
ha originado desviaciones de la arquitectura europea hacia otros ámbitos?,
¿existe la arquitectura poblana? ¿Qué hay de la aportación poblana de los siglos
coloniales a la estructura de una ciudad, a la arquitectura de una ciudad, al
mobiliario, etcétera? ¿Qué hay de este sincretismo?
Pues lo que más hay es eso, porque resulta que luego
queremos también meternos a encontrar lo que es auténticamente español y lo que
es auténticamente mexicano y entonces le estamos buscando tres pies al gato,
cuando lo que debemos buscar son los procesos de mestizaje, que es nuestra
nueva cultura, es nuestro nuevo ámbito. Y en ese nuevo ámbito tenemos expresiones
en arquitectura religiosa, los conventos por ejemplo, los conventos de hombres
y posteriormente los conventos de mujeres, que son prototipos que no existen en
otras partes del mundo, hay similitudes en Latinoamérica, por razones también
obvias, de esta relación tan estrecha que hubo en este continente entre los
grupos indígenas. Y que luego también los conquistadores, pues, igual llevaron
más o menos el mismo tráfico hacia el sur, incluso llevando gente de Tlaxcala,
llevando gente de otros lugares a poblar y ayudar en las conquistas y
fundaciones de nuevos centros de población. Entonces, eso es lo que sucede,
para fundar Puebla vinieron tlaxcaltecas, vinieron de Huejotzingo, vinieron de
Calpan, vinieron de Texcoco, de Iztapalapa, de Oaxaca. Ya desde ahí, desde el
propio acto de fundación, Puebla era una
ciudad con muchas mezclas. Y luego esa religiosidad, ese carácter religioso,
pues fue también una conquista religiosa, una conquista espiritual, le llaman
algunos, bueno, pues entonces ahí también hubo expresiones del clero secular,
del clero regular, de cada una de las corrientes porque todo se edificaba
conforme a sus propias reglas, y por eso es fácil identificar un convento
franciscano, austero, porque predicaban entonces la pobreza, y otros no; dominicos,
etcétera. Entonces todo eso quedó
testimoniado ahí. Y nada de eso miramos, simplemente miramos cajas, miramos
volúmenes, miramos piedras, y no vamos a la esencia de todo esto que,
culturalmente hablando, que es la línea que buscas, tenemos mucho más,
muchísimo más de lo que pregonamos.
La ciudad de hoy
mejora en ciertos aspectos y empeora en otros. ¿Qué pasa con esta ciudad?
Pues la veo muy desordenada, una ciudad sin visión.
Históricamente, cuando se planeó la ciudad para españoles, ubicada
estratégicamente en un territorio, se tenía una visión de para qué fundar
Puebla aquí. Por qué no aprovechar a Huejotzingo o Cholula, que era una ciudad
importantísima en el territorio, mucho más importante que la misma Tlaxcala, o
por qué no se aprovechó a Tlaxcala, ya que habían sido sus mejores aliados en
aquella oportunidad. Porque Tlaxcala no era un lugar estratégico, Tlaxcala como
todos los tlaxcaltecas, crecieron sobre las montañas bajas que hay en su
serranía actual, siempre fueron grupos sociales a la defensiva, crecieron
defendiéndose hasta de ellos mismos. Puebla, en cambio, se planeó desde un
principio, se hizo la estructura de establecimientos, de conventos, a
distancias de cuatro, cinco o seis leguas entre uno y otro, y ubicados también
en puntos estratégicos, porque sirvieron muchos de ellos de cuartel en ciertos
casos. Entonces eso te habla de una visión de siempre de la ciudad. Cuando
Porfirio Díaz tendió los ferrocarriles tenía una visión de país, poner
estaciones donde se pusieron o entrar a las haciendas donde eran necesarios,
todo eso es visión. Habla de estrategia. Y hoy en el siglo XXI no hay visión de
ciudad, no hay visión y por eso mismo se hacen cosas que parece que están bien,
pero cuando uno hace la lectura, la lectura es de desorden, en todos los
sentidos. Por un lado se ve que se está arreglando el centro histórico, pero al
mismo tiempo se le imponen elementos que resultan increíbles, como el
teleférico, como la rueda de la fortuna o como los pavimentos de concreto
hidráulico en el bulevar; los puentes, en fin. Y te habla de un desorden
incluso de lectura histórica, es decir, que estos proyectos de puentes, de
pasos a desnivel, de calles de concreto
son del siglo XX, de los años cuarenta del siglo XX, de los años cincuenta
cuando tuvieron su máximo esplendor. Funcionaron incluso durante muchos años en
la ciudad de México, funcionaron bien, lo que tenía que suceder en la ciudad de
México era cambiar a otro modelo o buscar otro modelo para otra ciudad que
creció mucho, que tiene más población, que tiene más vehículos. Bueno, eso no
se ha hecho aquí, simplemente se vuelve a retomar un modelo de ciudad que ya no
corresponde con la visión ni con las necesidades actuales de los ciudadanos de
aquí, de Puebla, y muchos menos con las visiones de ciudades que están
surgiendo en el mundo. Simplemente no se ve. Entonces ni se ha leído el pasado,
ni se ha leído lo que está sucediendo en el presente en el mundo, porque así
como se leen los modelos económicos, también hay que hacer una lectura de por
dónde van esas expresiones de modelos económicos, porque resulta que los
grandes capitales sí le están apostando
al diseño de ciudades sustentables. Entonces, te digo, hay un problema de
concepción, de visión a futuro en esta ciudad y por eso lo que predomina es el
desorden. Porque ni se ve al pasado, ni se ve al presente y muchos menos se
mira al futuro.
¿Entonces qué se ve?
No se ve nada, hay una ceguera, cuando yo hablo de visión es
estricta la palabra.
¿Lo mismo ocurrió en
París con la torre Eiffel, lo mismo ocurrió en Londres con la rueda de la
fortuna?
No, no, no. La torre Eiffel fue construida en el marco de
una exposición mundial, de una exposición internacional. No fue un capricho
urbano. Y entonces este es el resultado de la torre Eiffel. Pero además se
estaba demostrando por dónde iba la técnica y el surgimiento de nuevos
materiales. Hubo protestas, naturales en su momento, pero luego eso se asoció
al propio éxito de las exposiciones mundiales y a lo que ya estaba sucediendo
en la propia ciudad. Pero la ciudad se transformó con visión. Había claridad.
Luego hay cuestiones culturales que la propia sociedad valora con el paso de
los años. Quizá le apuesten aquí mucho a estas cuestiones, al paso del tiempo,
cuando digan “bueno, no estuvo tan mal”. Demasiado azarosa. Porque Puebla no es
París, en París puede suceder todo. En las grandes capitales del mundo, como te
puede resultar un éxito, te puede resultar un fiasco.
¿Qué ocurre cuando
una ciudad crece de manera caprichosa, accidentada, como estás presentando el
panorama de Puebla; qué nos espera de un crecimiento basado en esto?
Pues es que se deja, se ha dejado que todo suceda de manera
“natural” (entrecomillado ¿no?), al garete, y así como se ha dejado el tema de
la seguridad o inseguridad ¿no?, que tiene su origen en muchas causas, pero
pensemos en la pobreza, por ejemplo, se ha dejado que la pobreza crezca,
crezca, crezca, y a ver qué sucede. La ciudad va a llegar a un nivel en que va
a tener una crisis que va a explotar en manifestaciones de carácter social.
Porque ahí están, tenemos más de cien colonias viviendo en situación irregular,
irregular en todos los sentidos, están ahí, ya con su casita malhecha o a medio
hacer o bien hecha, pero ahí están. Y así como alguien después puede robar o
hasta matar por hambre, también muchos de esos se pueden convertir en un
conflicto para las propia ciudad y para las autoridades que estén al frente.
Pero ¿qué pasa?, que en esa visión de ciudad no se atienden sus necesidades. En
este modelo económico no se atienden esas necesidades. Yo revisaba las
inversiones que se están haciendo en patrimonio, en lugares que tienen presupuesto patrimonial, o bien para con seguir la declaratoria de
Pueblo Mágico o bien para un proyecto de imagen urbana: Huejotzingo, Atlixco,
Cuetzalan, etcétera; bueno, la inversión del gobierno del estado anda sobre los
diez millones de pesos; el municipio, cada municipio pone la otra mitad,
diríamos veinte. Pero resulta que la rueda de la fortuna te va a costar 400 o
500 millones de pesos, entonces cualquiera se pregunta: bueno, entonces ¿por
dónde vamos o qué estamos haciendo?, de dónde esa desproporción en la inversión
de necesidades, cuando ya se ha dicho
que hay otras tantas necesidades en esta ciudad que una rueda de la fortuna o
que un teleférico. Ahora, si desde el punto de vista económico tú hicieras el
estudio de factibilidad y el estudio económico de que vas a recuperar la
inversión y que vas a tener ganancias altísimas, y que esas ganancias las vas a
invertir en proyectos sociales, dirías: ¡bueno! Pero eso no es cierto. No está
en ninguna información, no lo creo.
Además, en esa visión también se cree que esos elementos van a traer turistas,
cuando la esencia de esta ciudad es otra. Y lo que trae turistas es la ciudad
con sus propios valores, sus propias características. El turismo lo que viene a
buscar es lo local, y le gusta ver a la gente como es, no que muestre lo que no
es. Yo no creo que la gente vaya a Paris o a Londres a subirse a la rueda de la
fortuna. Podríamos hacer la encuesta, pero yo casi te aseguro de antemano que
no, no lo creo. Habrá gente que incluso vaya a Londres a ver el futbol y ya
como complemento vaya a subirse a la rueda, pero no que sea el atractivo. ¿Y tú
crees que alguien en el mundo quisiera venir a Puebla a subirse el teleférico o
a la rueda de la fortuna?
No, no lo creo.
Aun los que van a las montañas, que van a esquiar, que van a
lo que vayan ¿estarán pensando en el teleférico que los va a transportar? No,
no. Si voy a Zacatecas pensaré en el cerro de la Bufa, pero no en el teleférico
que me va a llevar ahí. Entonces hay ideas equivocadas que me parecen absurdas
en un personaje que se formó en Estados Unidos en una universidad prestigiada,
que presume de hombre de mundo, que tenga esos pensamientos así.
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