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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Yo debí haberme rebelado

Rosita Gastelum me recibió gracias a su hija Rosa que hizo el contacto y nos reunió en la cocina de su casa en el barrio de San Antonio. Ahora se ha rebelado contra la opresión, pero a sus más de ochenta años tal vez sea demasiado tarde. Hoy nadie la reprime ni la explota, tiene tanta libertad que hasta es capaz de recordar su historia sin rencor… Bueno, sin mucho rencor. Este testimonio forma parte de mi último libro llamado El Club de los recuerdos , una  alegoría sobre la memoria poblana que muy pronto verá la luz. Fui una niña muy obediente, muy bien portada y muy babosa. Ahora comprendo –demasiado tarde–, que debía yo de haberme rebelado, haber protestado porque aparte de eso, de ser sirvienta de mis tíos, el maltrato que me daban. Me refugiaba en la religión, que me dio el consuelo de decir hay un Dios que me ayuda. Yo tuve muchos problemas. Sobre todo porque yo había salido del Colegio Salesiano, donde estuve dos años, y yo, según mi mamá, iba a seguir estudiando, y...

El malestar del bienestar

En 2004 me dio varicela. Estaba a punto de cumplir 47 años. El virus inoculó primero a las niñas, y un día antes de viajar a la sierra norte de Puebla, una alta temperatura y un malestar general inundaron cada célula de mi cuerpo. Me inoculó a mí. A la semana mi cuerpo entero ostentaba cientos de granos que no me podía rascar bajo amenaza de quedar como López Dóriga. Estaba profundamente debilitado, lloré con un comercial de un brandy donde el hijo llevaba al padre una botella con motivo de su cumpleaños, o algo así. Lo que sigue es una trascripción de escritos hechos en el rigor de los 39 grados, en medio de la enfermedad, cuyo embate duró más o menos una semana, que fue cuando realicé también esos dibujos. “Cuando entré por primera vez a un maizal me sorprendió la hostilidad de los surcos. Eran mucho más grandes y lodosos de lo que hubiera imaginado. Esa imagen vuelve una y otra vez, cuando miro la condición de mi cabeza.” “Al tercer día la cabeza es el tema. L...

Desdeño para el diseño

En 1979 la UAM-Xochimilco era una unidad recién inaugurada, quedaba en las márgenes de Xochimilco justo en los límites de Chimalhuacán, frente al canal de Chalco que va y desemboca en Cuemanco. Todavía está ahí, claro, pero ahora la urbanización ocupa todo, antes estaba vacío, el campus estaba apartado, no tenía las colonias encima como ocurre hoy. El sistema modular de educación de la carrera de Diseño Gráfico de la Comunicación, como se llamaba, me decepcionó desde los primeros días, pues se trataba de enfocar nuestras carreras a la sociología, cuando lo que yo esperaba era dibujar sin fin sobre papeles en un restirador. Lo hicimos muy parcialmente, pues estuvimos tirando líneas verticales sobre cartulinas en una materia de dibujo, mientras que las otras cinco consistían en leer un volumen de historia y sociología bastante bien hecho, pero insuficiente para interesar a aquellos estudiantes en esos temas, pues tenían, incluidos los maestros, mentalidad de ingenieros, muy técn...