jueves, 12 de octubre de 2017

Manuel Esperón


El doctor David Sánchez Rodríguez fue un médico radiólogo poblano que conducía en nuestra estación un programa semanal llamado Caminos de Ayer; era la radiodifusora de Sergio Mastretta y sus hermanos en la ciudad de Puebla, en la frecuencia del 105.1 FM. Yo era productor. Cuando el programa arrancó fungí de patiño de David unos dos años, antes de convencer al pediatra Luis Di Lauro para que fuera su patiño los siguientes años. Porque era claro desde el principio que el programa de David Sánchez iba a durar hasta que el cuerpo le aguantara, como ocurrió.

Durante una hora, a las 8 de la noche, el doctor programaba boleros de su selecta discoteca particular y hacía comentarios entre canción y canción. Y sabía mucho, eso que ni qué: anécdotas de primera mano, datos raros sobre las canciones o sus autores y más. El Doctor Sánchez tuvo algún momento de farándula en su vida y conocía a gente del medio como Amparo Montes, que estuvo en el programa, Carmela y Rafael con quienes compartimos una noche deliciosa, Chucho Zarzoza y Pepe Jara, que en algún momento nos acompañaron.

Así fue como un día se presentó don Manuel Esperón más puesto que un calcetín para recibir un modesto homenaje de nuestra parte. Lo acompañaba su esposa y don Manuel, con sus 83 años a cuestas, se había venido manejando él mismo desde la ciudad de México.

Ataviado con la boina vasca que tanto le gustaba, don Manuel era un anciano caluroso y anecdótico. Se sentó en el micrófono, aceptó un té y nos congració con historias del cine mexicano que había vivido en su larga carrera de 489 películas del cine nacional; de su poblanidad, como hijo de una pianista académica de la ciudad de Puebla, que fue el primer estímulo en su carrera musical; de cuando fue pianista en las salas de cine mudo, hasta que le tocó musicalizar su primera película, La mujer del puerto, del director Arcady Boytler. Anécdotas de la farándula, de la carpa, de la radio (fue director artístico de varias estaciones) y, desde luego, de los entretelones del cine mexicano.


Don Manuel Esperón estuvo, por ejemplo, en la dramática escena del incendio de la carpintería de Pepe el Toro en Nosotros los Pobres; después de la escena –nos platicó-, Pedro Infante se fue tras bambalinas y lloró sin consuelo durante unos interminables minutos para desazón del resto del elenco; “no podía parar de llorar”, nos dijo. O en otra ocasión, cuando regrababan la voz de Pedro frente a la tumba de su abuela (Sara García), el brazo del micrófono, que estaba mal, se fue bajando y bajando, pero Pedro nunca dejó de cantar, también bajaba. Cantó la canción enterita, y muy bien, pero terminó con un cachete a ras del suelo. Todos lo aplaudieron a rabiar.

Si Esperón solo hubiera escrito canciones como: “Ay! Jalisco, no te rajes”, “Amorcito Corazón”, “Flor de Azalea”, serían suficientes clásicos para hacerlo inmortal”, pero resulta que también escribió “No Volveré” (te lo juro por dios que me mira), “Serenata Tapatía”, “Cocula”, “La Mujer del Puerto”, “Traigo un Amor”, “Noche Plateada”, “A la Orilla del Mar”, “Un Tequila con Limón”, “Arandas”, “Mi Cariñito”, “Maldita sea mi Suerte”, “Yo Soy Mexicano”, “Maigualida,” “El Apagón”, “Mía”, hasta completar alrededor de 500 canciones grabadas.

Y así se pasó la hora de Caminos de Ayer volando. Desde esa noche escucho Flor de Azalea (la vida en tu torrente te arrancó) con distinta óptica, pues nos contó cómo fue que la hizo. Don Manuel murió en 2011 a los 99 años de edad.



Fotos del Instituto Mexicano de Cinematografía, Imcine



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