viernes, 22 de diciembre de 2017

Muerte en El Centenario


Puebla, miércoles 16 de julio de 1930. Poco después del mediodía del 15 de julio los empleados y clientes del Hotel El Centenario del centro de esta ciudad, tras escuchar una detonación, vieron a un hombre desnudo salir de la habitación número 27 al tiempo que gritaba: “se ha suicidado, se ha suicidado, llamen a la policía...”

A los pocos minutos, paramédicos de la Cruz Roja encontraron a una hermosa joven tirada sobre un charco de sangre, tenía un balazo en el estómago y la sangre también le salía por la boca. Estaba viva, pero en muy malas condiciones. Murió en la sala de operaciones sin haber podido pronunciar palabra.

Al cuarto 27 también llegó el agente Francisco Rocha, quien pudo observar que el balazo había penetrado por el lado izquierdo del estómago, que la pistola escuadra calibre 38 Browning había caído también hacia su lado izquierdo y que era raro en un suicida se aplicara el balazo en esa zona, en lugar del pecho o la cabeza.

Su acompañante resultó ser Francisco Carlín, agente de las Comisiones de Seguridad, quien declaró que la mujer era Natalia Ramos, de 17 años de edad, con quien mantenía relaciones hacía tiempo. Ella era mesera de un elegante hotel de la Ciudad de México y desde cuatro días antes lo acompañaba en el hotel. Carlín informó que luego de una juerga la noche del lunes, ese martes se habían levantado tarde. Ella le trajo una palangana de agua para su aseo y, mientras se enjabonaba la cara, escuchó la detonación. Cuando corrió a ver qué pasaba, todavía pudo ver a Natalia caer sobre la cama, ensangrentada.

En los días siguientes el agente Rocha llegó a conclusiones que eliminaban el suicidio. La Inspección de Policía informó que la Oficina de Dactiloscopía dictaminó que el arma utilizada carecía de huellas digitales, pero además se enteró de que la víctima no era zurda, por lo que el impacto en el lado izquierdo del estómago, y el arma tirada hacia ese mismo lado, hacían improbable que ella se hubiera disparado. Pero además se enteró que la actitud del agente Carlín distaba mucho de ser la de una persona sensata, pues la madre de Natalia declaró que el agente se presentaba en su casa disparando su pistola y actuando mal, que Naty no quería salir con él un día antes del crimen, por lo que él se la llevó a la fuerza, amenazando de paso a su madre con que “tal vez no la volvería a ver”. Así ocurrió.

El agente Rocha, con el acopio de sus pruebas, consiguió una orden de aprehensión por asesinato de Natividad contra Francisco Carlín, que aunque nunca confesó haberle disparado fue declarado culpable del crimen y condenado a una larga temporada en prisión. Los hechos fueron registrados en los expedientes criminales de las historias ocultas de Puebla.

Paráfrasis de una nota aparecida en La Opinión, el gran diario de oriente. Dirigido por J. Ojeda González, Puebla, Pue.
La Opinión, el gran diario de oriente
Puebla, Pue. Julio-septiembre de 1930



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