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La casa del que mató al animal

Esta es una leyenda fantástica porque, a diferencia de muchas leyendas poblanas, la de la casa del que mató al animal contiene un monstruo sacado de las leyendas medievales, una bestia mitológica que causó un gran daño a una conocida familia que habitaba la casona situada en la 3 oriente número 201, todavía visitable en el centro histórico de Puebla pues aloja, hace mucho tiempo, al periódico El Sol de Puebla. Me la ha contado Daniel quien quiso aparecer como informante solo con su nombre de pila. Que así sea.
Ahí vivía la familia de don Pedro de Carvajal, un acaudalado español que tenía una hermosa familia compuesta por una señorita adolescente, un niño pequeño y otro niño que estaba por nacer. Pero quiso el destino que la tragedia tocara a las puertas de su casa y el día del parto su joven y hermosa esposa murió, dejándolos abandonados con un recién nacido.

La hija señorita tenía por nombre Teodora, era una hermosa quinceañera que poseía una corte de caballeros haciendo fila para causarle alguna impresión y obtener a cambio, al menos, el privilegio de su respuesta, así fuera un “no”. Pasado el tiempo, con la idea de mitigar el gran pesar que envolvía a la familia, don Pedro accedía a realizar fiestas en donde Teodora conocía a los jóvenes en la idea de encontrar el mejor partido. En una de ellas, en medio de la fiesta, un horrible animal apareció en el zaguán y, con la agilidad y rapidez de un engendro demoníaco, penetró en las habitaciones y devoró al hijo recientemente nacido de don Pedro de Carvajal.

Como no hubo dudas del monstruoso autor de la tragedia, así como su demoníaca procedencia, don Pedro ofreció una fortuna para el valiente que lo enfrentara y lo venciera, a lo que se avocaron varios jóvenes poblanos ávidos de obtener notoriedad, además de algunas ganancias. Al cabo de un tiempo, un joven de nombre Agustín, acompañado de sus dos feroces pero fieles perros, se apareció en la casa Carvajal con un costal que contenía la cabeza cercenada de la bestia, como puede apreciarse en la estela que adorna la entrada de esta casa. Su valor y coraje fue recompensado por la fortuna prometida por don Pedro, pero además se ganó el respeto y el amor de Teodorita, que le entregó su corazón y en muy poco tiempo sucedieron las nupcias. Esa es la historia de esa casa, que todavía hoy hay quien la llama “la casa del que mató al animal”. 

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